|
|
|
|
|
|
|
Ilustración Raúl Olcelli (El Diario) |
|
|
|
|
|
¡Ommm! ¡Ommm! Nos relajamos... hacemos yoga... mantenemos la calma.... Dejamos la mente en blanco.... Sólo percibimos el perfume del incienso y una dulce melodía...
¡La puta que lo parió, carajo, ahijuna, sotreta!
El grito surge desde las entrañas mismas del ser local y buelle la sangre como locro recién elaborado y no lo puedo contener.
Uno no quiere, lo juro y recontra juro, uno no quiere calentarse y ponerse en criticón, pero lo obligan, che. Meten púa, meten púa, y uno no es Kung Fu, viejo. Y es que siendo 100% villamariense de naciminto (Villa María te amo), duele ver cómo, poco a poco, nos van ninguneando y relegando y lo que debería ser motivo de orgullo localista y figurar en la programación del Festival como crédito autóctono, es barrido bajo la alfonbra roja del glamour capitalino, donde se vienen a hacer la cata los de afuera. Y de federal, lo único que queda es la marca del jabón en pan.
Por ejemplo, la otrora Orquesta Estable del Festival (de alto nivel artístico, por cierto), cada día está más inestable, ya que antes tocaba todas las noches y este año sólo nos deleitará en dos oportunidades: hoy y mañana. Y encima, desde el foso, ni siquiera les dan la oportunidad de recibir los aplausos de cara al público sobre el escenario. Mal.
Algo parecido pasa con los ballets, que antes eran tres y ahora también, pero tres en uno (envidia de los chiclets Adams, que con tantos años que tienen en el mercado, sólo llegaron a ser dos en uno). Años atrás, La Agrupación Folklórica ofrecía sus coreografías una noche, Flor de Ceibo hacía lo propio, otra noche y Arte Popular, desplegaba sus cuadros en otra luna distinta. Este año, por el contrario, los tres actuarán al mismo tiempo, amontonados como vacas en camión jaula, sólo dos noches y durante apenas siete minutos. Y en ese tiempo, mezclarán medio tango, media zamba y media chacarera, y para terminar, un poco de malambo. O sea, un mamarracho, pobre gente. Ni al disyokey más alucinado se le hubiera ocurrido una mescolanza tal. Está bien que en los tiempos actuales impera el vértigo, pero esto es demasiado. Una falta total de respeto al arte popular, a los artistas que lo encarnan y al público que garpa la friolera de entre 80 y 290 denarios por barba para gozar de un espectáculo digno.
Alzo mi voz en defensa del conservacionismo de las especies culturales autóctonas como una suerte de Greenpeace musiquero, porque me rebela que los macanudos que prosperan del otro lado de la General Paz nos bajen el precio y nos marquen el ritmo.
Y aclaro, porque no va a faltar quien defienda a los artistas que vienen de otras latitudes, que nada tengo contra ellos y me regocijo escuchándolos y me parece excelente que vengan a nuestra casa a deleitarnos. Son bienvenidos. Están trabajando y van adonde los contratan. Pero justamente ahí es donde duele la muela. En los que contratan. Porque, vamos a repasar: el Anfi es nuestro (de los villamarienses, claro), desde hace 44 años, y el Festival de Peñas es nuestro (de los villamarienses, claro) desde hace 45 años, y resulta que cada vez es menos nuestro (de los villamarienses, claro). Es que ya naides rispeta las tradiciones, decía mi abuelo ¡No me lo puedo explicar! El año que viene van a usar como logotipo del Festival un faisán o un papagayo en lugar de una lechuza y yo me voy a quedar sin laburo, como los demás valores locales. Pero, yo me pregunto: ¿quién les abre la puerta a los que contratan? Seguro que no es un villamariense.
Todos al Anfi con pancartas que digan: “Salven a los valores villamarienses”.
Bueno, punto y aparte. A otra cosa mariposa. Hablemos un poco de Valeria. ¿Cómo que qué Valeria? Lynch, por supu. ¿Se acuerdan de Valeria Lynch? La homenajeada de hoy. ¿La vieron? Está bastante parecida a Valeria Lynch, o sea a la original. ¿Vieron que hay gente que se tunea y tiene la suerte de quedar bastante parecida a sí misma? Bueno, Valeria es una de ellas, aunque también está un poco parecida a Susana Giménez, lo que hace pensar que las tuneó el mismo cirujano. ¡Y tan linda que era Valeria Lynch cuando era ella, sin tuning! Por suerte conserva esa sonrisa, esa voz y esa simpatía que la distinguen. Y esa cálida sencillez, dones todos ellos que no se pueden adquirir en el quirófano. Y hablando de Giménez, que suena como Jiménez ¡Ay, Valeria, “beso a beso, me enamoré de ti”! Y esta noche, “ Luna, yo sólo te pido este favor, sé que cada noche tú la vez, cántale por mí esta canción”...
Perdón, no pude más esconder mis sentimientos, callados todos estos años. Pero, lo digo porque como soy una artista local, temo que esta sea mi última oportunidad en el Festival. Y qué quieren que les diga, por esta vez, no me molesta quedar como La Mona. ¡Aguante, Jiménez!
Otras notas de la seccion Culturales
Analía Rosso mostrará sus cuadros en el Favio
Inscriben en escuela de modelos
Un humor sin red
"Hago bailar cuarteto a americanos y extranjeros en mis clases de Nueva York"
El PEUAM obtuvo un premio en Ausonia
|