Y seguimos sumando lágrimas al Festival de Peñas. Arrancó la primera noche festivalera sin fuegos artificiales y con poco público dentro del Anfiteatro. Otra tradición que se rompe, o dos, para ser justos. La de la pirotectnia en la noche inaugural y la del lleno total, que en realidad se invirtió. Años atrás era “arranquemos que hay lleno total” y el viernes a la noche se escuchó a los organizadores decir “arranquemos aunque no esté lleno, total...”
Hubieran visto las caras de los fotógrafos de los distintos medios que fueron, como todos los años, a tomar posición y apuntar sus cámaras al cielo para registrar la tradicional y fantástica ceremonia de los fuegos. Se quedaron con la boca abierta y mirándose entre ellos. Ni siquiera les tiraron unos tuquitos o bichitos de luz para justificar. O, por lo menos, la producción del evento les podría haber mandado a un asistente que les dijera “¡Osoooooo!” Nada; ni eso.
Pero para que no se diga que sólo critico, que quede claro que también contribuyo. Y es por eso que ayer a la mañana lo llamé al Alfil y le di unas cañitas voladoras y unos petardos que me habían sobrado de mi humilde Navidad. Para dar una mano, porque a lo mejor tuvo muchos gastos el hombre y no le dio para tanto, pobre. Y es entendible, porque si pensaba comprar los fuegos con la venta de las entradas de la primera noche, bueno...
“Está llenito” decía la conductora Geo Monteagudo y yo pensaba que usaba el diminutivo “llenito” más que nada porque le daba vergüenza mentir descaradamente diciendo que estaba lleno, porque hasta un ciego se daba cuenta de que había muy poca gente.
¡Ah, por favor! Que eso de las cañitas voladoras y los petardos que le di al Alfil quede entre nosotros. Que el público no se entere que he sido yo el donante. No vaya que me pase como aquella vez que fui donante en un banco de esperma, se publicó y después andaban todas la chinitas del pago como locas atrás mío. Uno es generoso, pero todo tiene un límite. Todo menos, claro, el precio del choripán y la Coca Cola adentro del Anfi. ¡Ni que fueran chorizos de caviar y que la Coca trajera la fórmula impresa en el interior de la tapita!
Un choreo, o sea.
Y hablando de límite, ha llegado al suyo la paciencia de los periodistas y reporteros gráficos que deben padecer la cobertura del evento. Ya dije, en otra oportunidad, que cada vez nos tratan peor. Este año, la Carpa de Prensa es apenitas más grande que una iglú para recién casados; tiene una sola computadora para 10 periodistas gráficos y un solo dispenser de agua para un malón de gente que, les recuerdo a los organizadores, es gente que está trabajando. A lo mejor ellos, como no trabajan y se llevan la guita de arriba hablando por celular, no se dan cuenta de qué estoy hablando, pero, hagan el esfuerzo, por favor. Y para colmo, escuché que un cronista que andaba por ahí, le decía a sus colegas “no se quejen, muchachos. El año que viene, ni carpa va a haber. Nos van a poner una sombrilla de propaganda de helados Laponia y un teléfono público donado por Entel. Y al que no le guste, que se vaya a cubrir la guerra de los Balcanes, que tanto. Esto, con el Patrón, no pasaba.”
Yo le pediría al intendente de Villa María que le exija más a los organizadores. Que se acuerde de la generosidad con que lo recibió esta ciudad cuando vino de La Palestina y demande a quién se haga cargo del Festival que no maltrate a los medios locales.
Pero dejemos de sangrar por la herida propia y sangremos por la herida ajena. Ayer a la mañana, cuando los artistas del ballet local estaban ensayando, pasaron cosas desagradables que hay que denunciar porque nosotros representamos a los que no tienen voz. Y los del ballet, tendrán muchas patas, pero como el baile es un arte mudo no pueden decir nada. Pueden zapatear, me dirán ustedes, pero la mayoría de la gente se va a creer que están bailando el malambo. Asi que asumo yo el rol de paladín de la justicia. Por empezar, les dieron sólo una hora para ensayar, nada más. Con la cantidad que son, tardaron 25 minutos nomás en subir al escenario. Y para rematarla, cuando se les acabó el minuto Odol en el aire, vino un prepotente y les batió “Bueno, vamos, muchachos, que ahora vienen los artistas”. Yo digo ¿no? A vos te digo; a vos que trataste así a un artista villamariense ¿Por qué no te vas a Buenos Aires a producir kermeses? Pelotudo.
Pasemos a otro tema, por favor, y tráiganme un mate con yelo, que ya me calenté, también.
Muy lindo Los Caligaris, che. Música y circo. Buena onda, diversión. Uno de los cantantes de la banda se confesó hincha de Alumni porque cuando era chico, viajaba con un circo que vino a parar a Villa María y la primera vez que fue a una cancha, fue a ver a Alumni, lo que es muy coherente, dicho sea de paso, porque el Fortinero es un verdadero circo.
Y después vino Kapanga, que rindió permanente homenaje a Carlitos “la Mona”, mientras el público jimenero aprovechaba cada silencio para reclamar por su ídolo y ni bola le daba a los otros grupos que pasaron por el escenario, que ya no es más Hernán Figueroa Reyes.
Y llegó nomás “la Mona”, con todos sus monitos -incluidos sus hijos- y ahí se terminó de armar la fiesta, a fuerza de tunga tunga y porque el astro cordobés pasa de todo, es una monada y es tan popular y tan espontáneo que es imposible que el público no se prenda. Y, además, porque si garpaste 80 monedas la entrada y 30 cada birra, con el lorca que hacía el viernes, te tenés que divertir o divertir, a huevo, aunque más no sea para justificar el gasto.
En fin, esperando que la segunda noche usen las cañitas voladoras y los petardos que desinteresadamente les di, me pongo el piloto, cacho el paraguas y me voy al Anfi a laburar.
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