Según los organizadores, a la primera noche del Festival de Peñas concurrieron “más de 7 mil personas”, provenientes de Santa Fe, Mendoza y Buenos Aires. De acuerdo a colegas y observadores independientes, el número parecía un tanto menor, al menos en dos mil espectadores.
De cualquier modo, la convocatoria tiró por tierra la declaración del productor Martín Alfiz, que días antes del evento, declaraba a este diario que la primera noche iba a ser “lleno total”.
En el orden artístico, la primera luna resultó más que atípica, con un desarrollo más cercano a una consecución de bandas que a un festival peñero como se ha acostumbrado el asistente local. Muchos “baches” entre artistas, presentadores que no estuvieron a la altura (parecían más bien “relatadores”), carente de los tradicionales fuegos artificiales y una grilla armada para “contener” hasta la medianoche a los incondicionales fans de La Mona Jiménez.
El ídolo cordobés, aún con sus dificultades para el habla (en la conferencia de prensa se evidenciaba su tartamudeo), aplicó su increíble poder carismático y se despachó con dos horas de sus máximos hits además de presentar temas de su disco número 82 (“Estamos primeros en el mundo de tener tantos discos con 45 años de carrera”, dijo en escena).
El James Brown “argento” cantó con sus dos hijos (Lore y Carli), jugó con un camarógrafo hasta filmar él mismo el recital y le dedicó el último tema “El pianista” a Carlitos Tévez en el día de su cumpleaños. “Yo pasé un mal momento durante 24 años (en alusión al regreso al Festival de Cosquín, registrado días atrás, tras el fallido recital de 1988), y vos en seis meses vas a tener el mismo hambre de gloria que tuve yo. Los quería comer a todos”, expresó.
Por último, presentó la canción “Maldito paco” e invitó a Martín “Mono” Fabio de Kapanga y su grupo para recrear “Me mata”. En el bis, a las 2.19 de la madrugada, el cantante que adelantara que grabará dos temas en portugués (uno será “Beso a beso”), interpretó “Tinta china”.
Como valor destacado de la organización resultó la estricta puntualidad. Los artistas subieron y bajaron a escena a la hora pautada.