Y pasó el Festival Nacional de Peñas con más penas que glorias, dejando en el garguero sabor a carqueja con ajo, cebolla y limón y un grito estrangulado como el de una gallina que va a parar a la olla. Y en mi confusa mente plumífera y lechucezca, una pregunta tatuada a fuego como si la marca de la yerra se hubiera posado en mis neuronas: ¿a esta altura del b aile, cuando ya la señorita ha cumplido 45, qué queremos inventar? ¿Todavía estamos ensayando nuevas fórmulas para hacernos el febrero? ¿Es que algún trasnochado que se siente preclaro pretende descubrir un nuevo formato festivalero que marque la diferencia? ¡Por favor! Chequeen el aplausómetro: ¿los más festejados por el público? La Sole, Abel Pintos, Los Nocheros, Jorge Rojas y el propio Cesar Isella.Entonces, 2+2: 4, acá, en Viña del Mar, en Montreaux y en Cosquín, la memoria, la identidad, la tradición, el prestigio que se va consiguiendo con los años no cambia porque un aventurero de show bussinnes crea que tiene todo clarito. No, señores. Lo demuestran los números fríos de la taquilla, lo evidencian las butacas vacías, lo dejan en claro el descontento generalizado. Pero, ya lo sabían Bill Gates, Onassis y Doña Petrona C. de Gandulfo: para hacer una buena tortilla, hay que romper muchos huevos, y si no quiere que se le pegue y a gatas le salga un revuento que todos comen porque no hay otra cosa sobre la mesa, tiene que invertir en por lo menos media docena de los mencionados productos avícolas. Tengo la sencación de que cada vez más, en los últimos años, termina el Anfi y uno sale como si hubiera ido a un festival de boxeo y entre algunos boxeadores, le mandan yudo, taekwondo, karate, lucha libre, crencheo y peleas femeninas en el barro. Todo muy lindo (a lo mejor) pero uno va a ver boxeo. ¿O se animarían a domar camellos y elefantes en Jesús María? Es como si a uno lo invitan a morfar un asado y le ponen tres tiritas, un chorizo y una maruchita y 27 variedades de ensaladas. Eso no es un asado, che, dejémonos de embromar. En mi barrio, cuando organizamos un asado, si hay miseria que no se note y metemos toda la carne al asador. Bien a lo argentino, che. Y si organizamos un Festival Nacional de Peñas, traemos artistas peñeros, o sea. Así de caprichosos somos ¿che? Pero resulta que somos los que garpamos la entrada, entonces, si querés garantizar la fiesta, asegurate artistas nacionales y populares, y poné precios nacionales y populares también, si no, el soberano te baja el pulgar. En fin, a otro tema. O sería mejor decir a otro medio tema. ¿Se entiende? ¿No? Paciencia. Lea un poquito y lo va a entender. ¿Lo digo o no lo digo? ¿Lo digo o no lo digo? Lo digo... No... no lo digo. Sí, sí, sí. Lo digo. Eh... no, no lo digo, no... Sí, lo digo. ¡Bochornoso como Cópolo! Dos temas nuevos presentó Soledad Pastorutti durante su actuación (que dicho sea de paso, estuvo bárbara). Con el primero, arrancó propiamente su show, que apuntó bien arriba desde el inicio, pero ¿saben lo que pasó? ¿Saben lo que pasó? Nooooooo. Todas la brujerías del brujito de Bulubú cayeron sobre el Anfiteatro y a la Sole se le cortó el micrófono. Medio tema cantando para que nadie la escuchara. Vergüenza ajena daba, por favor. Y diga que el Huracán de Arequito realmente es una profesional y tiene más cancha que el predio de Afuco, entonces pasó de largo, le volvió la voz cuando el tema ya se estaba yendo y no dijo ni mú. Brindó todo su carisma y un espectáculo altamente emotivo. Cómo no le va a hacer bailar media zamba y media chacarera a los ballets locales si a la mesmísima Sole le hacen cantar medio tema. Y de paso sea dicho, como quien no quiere la cosa... Está linda la Sole, che, La maternidad le ha sentado bien ¿eh? Pero que no se entere el dorima que dije esto, sobre que ya no tengo quilombo con el Alfil, la Muni, y tantos admiradores de mi pico lenguaraz. Llenos estuvieron los entretelones de la fiesta mayor de la ciudad de este tipo de giladas que lo único que hacen es bajarle la calidad al Festival Nacional de Peñas y llenarme de trabajo a mí, que lo único que quiero es jubilarme. O se creen que a mí me gusta revolear la media. Para nada. Y cada año hago votos y me encomiendo a San Bailón para que el próximo Festival sea una verdadera fiesta de la jerarquía que se merece esta Villa María turística, educativa, artística, deportiva y hermosa que me vio nacer, que llevo en mi corazón y que tanto ha crecido en estos últimos años, hasta ser considerada en muchos aspectos una ciudad señera. Pero, señoras y señores, que quede claro que mientras vengan algunos vivillos de allende los mares y las rutas a querer hacerse el verano aprovenchándose de nuestra costanera, nuestro Anfiteatro, nuestra ciudad, ahí estará este lechuzón, corajudo como loco en pedo, dispuesto a batirse a duelo. A todos les digo, desde mi pecho villamariense y en representación de tantas voces que no tienen un perro que les ladre: sean todos vienvenidos, entren a mi pago sin golpear que esta es su casa paisano y ahí puede pegar el grito. Pero no rompa nada, si no está dispuesto a pagar. Hasta el año que viene, si es que usted viene. Se vemo.
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