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Nicolás Alessio, teólogo, da su aporte a la reflexión sobre la despenalización del aborto |
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La despenalización del aborto es un tema que está incluido en la agenda de la ciudad. Por un lado, a partir de las iglesias cristianas que el martes realizaron una marcha para oponerse por considerar que es un crimen y que no soluciona los problemas de género, de salud reproductiva ni de pobreza; y por el otro, por las organizaciones sociales que se sumaron a la tarea de generar un debate en torno a la cuestión.
En ese contexto de reflexión en la ciudad, Nicolás Alessio, teólogo, hizo una reflexión a pedido de EL DIARIO.
Esta es su opinión:
“No creo que nadie este ‘a favor’ del aborto, pero debemos entender que el Código Penal argentino (el artículo 86, que entró en vigencia en enero de 1922, determina los casos en los que el aborto se encuentra despenalizado, es decir, permitido) que trata a la mujer como delicuente-asesina, salvo en situaciones de excepción donde se permite abortar, no ha solucionado estos problemas:
1- Se penaliza a la mujer y no al varón responsable también de haber engendrado.
2- Se avala un negocio de clínicas privadas que ganan cifras millonarias con abortos clandestinos, pero seguros médicamente. Las mujeres ricas tienen ese privilegio.
3- Se expone a la muerte o a graves consecuencias en la salud física y psíquica, sobre todo a las mujeres jóvenes y pobres que abortan sin medidas higiénicas y todos los cuidados necesarios.
Este artículo del Código Penal es el que hay que debatir porque es una ley inútil para ‘cuidar la vida’, tanto la del embrión como la de las madres... con las graves consecuencias que ya mencioné. ¿Se lo debe corregir? ¿Se debe sacar el tema del Código Penal? ¿Qué es lo mejor para la sociedad toda?
Es cierto que la sola ley no garantiza resultados, si no está acompañada de consenso social, educación, prevención, cambio cultural. Pero ayuda a comenzar estos caminos.
Algunas posiciones religiosas (sobre todo la católica en nuestro país) se aferran a un principio teórico (existe desde el instante de la concepción un ser humano de pleno derecho) para no mirar ni abordar una realidad concreta, lacerante e ineludible: la muerte de mujeres jóvenes pobres por abortos clandestinos. Las teorías son discutibles, las realidades se deben asumir. Es una actitud típicamente ‘farisaica’ aferrarse a ‘doctrinas y tradiciones’ para no hacernos cargo del desafío de aquel que tengo a mi lado, sobre todo cuando está en una situación de vulnerabilidad. Jesús siempre optó por las víctimas concretas de su tiempo, muchas de ellas víctimas de aquellos teóricos dogmáticos aun desafiando sus ‘sagradas leyes’.
La ley existe, los abortos existen... ¿Qué hacemos? Poner el tema en ‘en contra o a favor del aborto’ o en términos de ‘asesinato’ es un simplismo que no nos ayuda a buscar respuestas y soluciones... puede darnos tranquilidad de conciencia, pero no ayuda.
Mientras tanto, las gravísimas consecuencias de los abortos clandestinos sin condiciones de salubridad se multiplican. Para la conciencia ética cristiana, estas muertes de las mujeres, sobre todo jóvenes y pobres, son un desafío ineludible: son víctimas inocentes de un sistema que no las contempla.”
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