La plaza Centenario, en el corazón del microcentro villamariense, se erige desde hace años, como uno de los paseos más emblemáticos y reconocidos de la ciudad.
A pesar de su condición de ícono urbano ultrapopular ¿conocemos la historia que se esconde detrás de cada uno de los elementos que la componen, de su diseño arquitectónico o de lo que pretendió significar para su época y las venideras? Probablemente no.
El que sí tiene en claro los orígenes de la plaza Centenario, el Matadero y el edificio de la Asistencia Pública, entre otras locaciones, es el historiador Eduardo Lazzari que actualmente preside la Fundación que lleva por nombre el del ideólogo del paseo y otros edificios públicos locales, Francisco Salamone.
El pasado jueves, Lazzari estuvo en la ciudad para nombrar socio honorario de la institución al historiador Rubén Rüedi y junto a él recorrer distintos lugares que llevan la impronta salamónica.
"La plaza Centenario es el hito inicial de la gran obra que el arquitecto Francisco Salamone hizo en la Argentina", afirma Lazzari en diálogo con EL DIARIO.
"Para decirlo de otro modo en Villa María comienza la obra artística genial de Salamone. Esto es muy importante porque no todos los arquitectos (también tenía el título de ingeniero civil), son artistas como él lo fue", destaca el titular de la entidad que nuclea a más de 100 arquitectos e historiadores de todo el país.
"La plaza es una obra maestra pero además, el campo de experimentación donde Salamone prueba todo lo que va a llevar a cabo en la provincia de Buenos Aires (en 38 meses construyó 11 municipios, 32 mataderos y siete cementerios)", remarcó el especialista.
"Cuando digo probar lo hago por haberse adelantado 30 años a Río de Janeiro, instalando en la plaza una vereda con baldosas trapezoidales especiales que conforman una especie de onda de tres colores en el piso que generan un efecto óptico muy particular (sensación de desnivel en la superficie)", apuntó.
Años después, y con el mismo concepto las veredas de Ipanema lucían las mismas características.
Entre los detalles que distinguen a la plaza, Lazzari señaló a las farolas adornadas en su base con conchas marinas (con funciones distintas según su ubicación), los rincones románticos iluminados por luces tenues (ideados para que las parejas puedan tener más intimidad), los caminos interiores y sus arcos de cipreses (poco visto en otros lugares del país), bancos de material asimétricos y en ángulo recto (en ninguna otra plaza argentina existiría algo similar).
Como notable también remarcó las dos circulaciones (interna y externa) que posee el lugar.
"Hay una plaza pensada para relacionarse con el entorno y otra para cumplir la función de paseo", dijo a este respecto.
El visitante también rescató el "orden racional" que tiene la plaza, las simetrías en el arbolado y los portentosos maceteros que sostenidos por una estructura especial no tocan con su base el suelo.

Novedoso

En la continuidad del diálogo con este medio, el reporteado le brindó particular atención a la conformación de las farolas, fuentes y otras ornamentaciones de la plaza.
Es que además de ser "la única plaza de este autor que tiene cuatro fuentes. Ubicadas en las esquinas, cada una en relación con las otras tres", la técnica que utilizaron para construirla no deja de sorprender.
"Las fuentes de la plaza son las primeras en que el genial arquitecto utilizó el criterio modular por lo cual sus obras se podían hacer muy rápidamente", reveló.
"Es decir, la fuente, las farolas y toda la ornamentación de la plaza pueden desarmarse y trasladarse fácilmente", puntualizó.
Cabe señalar que el profesional utilizaba como técnica sumamente novedosa la utilización del hormigón armado en la construcción de edificios, en este caso públicos, y la creación de figuras arquitectónicas en partes (se diseñaban moldes especiales para cada módulo) que eran consolidadas con cemento.
"Hoy día cualquier obra pública tiene un plazo de vida que no excede los diez o veinte años. En este caso, Salamone, 77 años atrás, hizo un paseo público que con escaso mantenimiento todavía está", resaltó el especialista.
"Esta plaza hermosa que ustedes tienen, que quizás necesite un tratamiento de conservación más importante del que tiene, puede convertirse en un ícono dentro de la obra de Salamone", advirtió Lazzari.
Entre los proyectos importantes que se avizoran a futuro y que implican las joyas arquitectónicas del autor de la plaza se distingue la gestiones de la Fundación para que se declare la obra de Salamone como Patrimonio Arquitectónico Histórico Nacional
"Sería la primera vez en la historia del patrimonio argentino que se declararía la obra de un autor", enfatizó el entrevistado por este matutino.
Por otro lado, los de la institución también se encuentran abocados a la organización de viajes con turistas interesados en el tema arquitectónico. "Vamos a visitar esta ciudad y otras para observar de cerca los detalles de los trabajos", aseguró.
“El pez nunca ve el agua”, dice Lazzari haciendo franca alusión a que la gente cruza todos los días la plaza pero no se percata de la importancia cultural que ésta tiene.
"Quizás un buen ejercicio como villamarienses sea apropiarse de la plaza y descubran los mensajes ocultos que ella tiene", concluyó.

Salamone en síntesis

Francisco Salamone probablemente haya sido uno de los más grandes arquitectos que haya tenido la Argentina y como ha ocurrido con muchos personajes significativos de nuestro país fue ocultado de los registros oficiales durante mucho tiempo.
Este hijo de inmigrantes italianos analfabetos, se educó en la época de oro de la educación pública argentina. Sus estudios comenzaron en la escuela primaria gratuita de Buenos Aires, prosiguieron en un Colegio Industrial y culminaron en la Universidad Nacional de Córdoba donde se graduó en las carreras de Arquitectura e Ingeniería.
Su obra, parcializada en el tiempo (todos sus trabajos se concretaron en cinco años) tuvieron como escenario a Villa María, Las Varillas, Cosquín, La Calera y luego distintas poblaciones del interior de Buenos Aires.
Los primeros estudios sobre la labor del ingeniero y arquitecto, datan de 1978, mientras que el primer libro donde se aborda como objeto de estudio la obra de Salamone fue publicado en el año 2000.