Escribe:
Pepo Garay
(Especial para EL DIARIO)


Son 5.600 las hectáreas que cubre el espejo. Embalse es el lago más grande de la provincia, y en ese dato respalda buena parte de su prestigio. El resto lo hace su cara bonita, con agua en abundancia, vegetación generosa y sierras que decoran. La ciudad con la que comparte nombre, es el principal punto de acceso hacia tales bondades. El umbral del Valle de Calamuchita.
A unos 160 kilómetros de distancia, la localidad representa desde siempre la escapada favorita de los villamarienses. Imposible no tentarse, y buscando las actividades clásicas y otras menos tradicionales, pasear por ella una vez más.

@ De playa y paseos

El epicentro del asunto es el Balneario Municipal, donde los turistas llenan la canasta de buenos momentos. Con el camping a las espaldas, las vistas del monumental lago son un elixir. Montañas de tímida silueta acompañan, preñadas de mucho verde. Y ahí, el sol iluminándolo todo, el baño, los juegos, el descansar. Varios son los que se le animan a los deportes acuáticos, otorgándole al lugar otro rasgo característico. Barcazas, lanchas, canoas, tablas de windsurf, jets skys… El colorido que aportan es un atractivo en sí mismo. Instituciones como el Club Náutico o el Club de Balsas evidencian el peso de la usanza.
Pero no sólo mojándose puede disfrutar uno de Embalse. Múltiples son los circuitos que lo demuestran. Para empezar, aparece el murallón. Una pared gigantesca sobre la que experimentamos el primer encuentro con el lago. La obra regala fantásticas visuales, al tiempo que permite apreciar de frente uno de los mayores hitos de la ingeniería de Córdoba. Inaugurado en 1936, el Embalse Ministro Pistarini es un eje elemental de nuestra provincia. Sus aguas son utilizadas para el riego, pero fundamentalmente para alimentar las turbinas de las centrales hidroeléctricas.
Para seguir aprendiendo al respecto, habrá que dirigirse a la Primera Usina Hidroeléctrica. El llegar hasta allí puede materializarse con una caminata por el monte nativo. Canto de los pájaros, naturaleza en estado puro. Como para llenarse los sentidos de Calamuchita.
Ubicada en las afueras, al norte del lago, la usina deja observar el paso furioso del agua, con el entorno matizado por el vertedero (que conecta en interesante paseo con el nacimiento del río Calamuchita), el paredón y las torres 1 y 2. Si hay ganas de indagar sobre la obra, conviene conocer el Museo Municipal (abierto de martes a domingo, de 9 a 12, y de 16 a 20 horas). Para cansarse de sacar fotos, obligada la visita al lindante Cerro de los Enamorados. Las dos centrales restantes se ubican en las afueras de la ciudad.
Hacia el sur, surge la unidad turística. La misma que fue construida en pleno auge peronista, allá por 1951, y que es un símbolo de la época a nivel nacional. El complejo de siete hoteles (sólo tres en actividad), despierta el interés no solamente por su infraestructura (que incluye piscinas, ermita, mirador y hasta un jardín botánico) y por las panorámicas que obsequia, sino también por su valor histórico.
Continuando con rumbo sur, la Central Nuclear brinda más pistas sobre el tema energético y cifras que sorprenden: inaugurada en 1984, suministra energía a casi cuatro millones de personas, lo que la convierte en una de las mayores plantas en su tipo de todo Sudamérica. Se realizan tours guiados los martes y jueves, a las 9 horas.
Antes de volver al agua, viene bien un paseo por el centro. Allí, el foráneo se encuentra con una apetecible oferta gastronómica, de la mano de restaurantes tradicionales y parrilladas. De noche, la vuelta es por los bares y el Casino. Todo bien cerquita de la plaza Pistarini, médula de Embalse. Una ciudad que es lo que es gracias al dique, ese que tanto nos gusta visitar.