Tras vivir una verdadera pesadilla de casi cinco largas y pesadas horas de violencia y privación de la libertad, Silvio Molina, trabajador de la AFIP y dirigente sindical de la obra social que los nuclea, se presentó en la Redacción de EL DIARIO para denunciar un nuevo caso de abuso policial del cual resultó víctima ayer por la mañana.
Visiblemente adolorido y consternado, Molina narró que todo comenzó “alrededor de las 9”.
“Veníamos con mi esposa en el auto cuando nos detuvo una patrulla caminera. No traíamos las luces bajas encendidas, por lo que estacionamos en la banquina y nos labraron un acta de infracción. No me gustó el tono prepotente con el que me hablaba el agente, por lo que le solicité que llamara a un superior suyo. Y de paso, le hice notar que detrás de nosotros venía un camión, también sin las luces encendidas y le pregunté si lo iba a parar. ‘Yo hago lo que quiero, y mis superiores están en Córdoba’, me respondió el agente”, relató el hombre.
Las cosas no tardaron en salirse de control.
“Como no me daban con un superior, subimos el auto a la ruta, aunque no nos fuimos. Mi esposa se quedó en el auto y yo, debajo, siendo ya maltratado por los policías. Me pegaron, me revolcaron y me esposaron como si fuera un delincuente. ¡Y yo no había hecho nada! Cuando quise acordar, habían llamado un móvil del CAP y yo estaba adentro, recibiendo golpes”, testimonió el dirigente.
A todo esto, una larga fila de autos y camiones estaba detenida, mirando el episodio, tocando bocinas y gritando, manifestaron testigos.
“Como sea, terminé en un calabozo de la Comisaría y nunca me dijeron qué había hecho ni de qué se me acusaba, aunque me querían hacer cargo hasta de la muerte del Papa. Pero nunca me leyeron ningún papel. Y si no fuera porque el padre José Miguel Marengo, los abogados y los amigos que se presentaron en la Comisaría todavía estaría en ese calabozo, con un pobre muchacho boliviano que hacía tres días que estaba ahí, herido, sucio y olvidado, como si fuera un perro, pobre”, manifestó Molina, quien mostró a este cronista las marcas de las esposas en sus muñecas y varios moretones en el cuerpo.
“Creo que esto se tiene que acabar. Acá hay responsabilidad no sólo de la cúpula policial, sino también política”, concluyó el dirigente.
Cabe consignar que hasta pasadas las 13, Molina estuvo “demorado” por la Policía. Luego, formuló la denuncia de lo ocurrido ante la Fiscalía de Instrucción del Primer Turno, a cargo de Daniel Del Vö. Luego, fue asistido en el Hospital Regional Pasteur y atendido por el médico policial.

La VACAP en la plaza

Hoy al mediodía, en tanto, los integrantes de la agrupación Vecinos Autoconvocados Contra el Abuso Policial se reunirán al mediodía en la plaza Centenario para manifestar. Está previsto que, tras permanecer en la esquina de Buenos Aires y General Paz, marcharán hacia los Tribunales.

Solidaridad I

Las más de 30 entidades sociales que luchan por la verdad y la justicia en la ciudad, repudiaron enérgicamente ayer la cobarde y violenta agresión policial sufrida por uno de sus representantes y fundadores, el dirigente de la Asociación de Empleados de la AFIP Silvio Molina.
Este encuentro social que nació para reclamar el esclarecimiento de más de veinte crímenes impunes, de la desaparición de Mariela Bessonart y del atentado contra la vida del dirigente Alejandro Roganti, llamó además a concurrir con más fuerza a la concentración convocada para hoy a las 12 en plaza Centenario, en contra de los abusos policiales.
Convocó además a todos sus integrantes para el plenario del lunes próximo a las 20 en la UEPC, al que acudirá como lo ha hecho habitualmente Molina.

Solidaridad II

Desde la capital provincial, vía email, llegaron palabras de solidaridad para con los Vecinos Autoconvocados.
“La Fundación Pedro Milesi y Biblioteca Popular de Bella Vista (Córdoba), adhiere a la concentración a realizarse el jueves 13 de noviembre a las 12 en la plaza Centenario de Villa María: basta de abusos policiales. Basta de impunidad para los atropellos a los derechos humanos cometidos por las fuerzas armadas y de seguridad. Derogación de los llamados Códigos de faltas”.