“Hablamos con la directora y nos dijo que los alumnos escribieron cartas pidiendo que la escuela esté más linda. Nosotros no cobramos; sólo saber que lo hacemos por los chicos es suficiente", escribió uno de ellos...

María Celia Squizzato es la directora de la Escuela Juan Bautista Alberdi. En el inicio del ciclo lectivo 2012 podrá mostrar a toda la comunidad educativa un edificio pintado a nuevo. Es que ella había visto, en otro establecimiento donde le tocó desempeñarse, una experiencia sumamente positiva: reclusos de la cárcel habían realizado los trabajos de refacción y acondicionamiento de aulas y otras dependencias.
Fue esa experiencia la que la llevó a iniciar los trámites para solicitar a las autoridades penitenciarias de la provincia un permiso para poner en marcha un operativo similar. Y le dijeron que sí, y EL DIARIO pudo comprobar la calidad, la prolijidad de los trabajos. Los alumnos encontrarán en días más, una escuela "más linda", como ellos lo habían solicitado en algunas redacciones realizadas en el marco de las tareas áulicas del año 2011.
“Dejaron las aulas como nuevas. Estamos muy agradecidos por su trabajo“, afirma la directora de la escuela, que les obsequió remeras y hasta asado para la Navidad.
Después de conocer la satisfacción de la docente, este medio quiso saber qué sentían los autores de "la obra", y así fue que inició la tarea para contactarlos dentro de la Penitenciaría.
A través de un escrito, tres ellos (de un total de cinco) fueron después narrando las sensaciones...
“Hablamos con la directora y nos dijo que los alumnos escribieron cartas pidiendo que la escuela esté más linda. Nosotros no cobramos; sólo saber que lo hacemos por los chicos es suficiente", escribió Antonio.
“Antes estábamos en el lavadero y esta es la primera vez que hacemos un trabajo fuera de la Penitenciaría; estamos en un período de prueba de confianza", explicó Gonzalo.
Cuando uno de ellos escribe, lo hace en plural, siempre incluye a los demás. El sentimiento es compartido. Las sensaciones son idénticas.
Aquellas condenas por robo agravado quedan cada vez más atrás en la carretera de sus vidas. Al menos así lo siente el mismo Gonzalo: “El cambio que tuvimos es evidente. Nos falta poco para recuperar nuestra libertad y por eso tenemos este beneficio que otros no, pero quizás con esto podemos abrir la puerta para que otros compañeros tengan esta oportunidad."
“Queda muy linda la escuela, porque le ponemos mucha voluntad, y con lo que no sabemos, nos damos maña", escribe Fernando.
A Gonzalo le restan 18 días de condena. Desde hace un tiempo, visita su hogar cada 15 días. “Con esto les quiero demostrar a los míos que he cambiado", apunta.
“Es la forma de que vean que queremos insertarnos en la sociedad", señala en este caso Antonio, quien confía en la nota que todavía le falta un año para cumplir su pena. Y agrega: “El contacto con el exterior genera un poco de ansiedad."
Fernando se despide en el escrito con un “Extraño la libertad". En 5 meses va a conseguirla.
Por la tarde, uno cursa la carrera de Gestoría de Imuebles y Automotores; otro asiste de lunes a viernes a clases de Trabajo Social; y otro acaba de terminar la secundaria y quiere ser enfermero.
Por ahora, la primaria Juan Bautista Alberdi les abrió las puertas, y ellos han dado ahí otro paso para sentirse nuevamente parte de la sociedad.
“El trabajo que hicieron es muy valioso para nosotros, estamos muy contentos por brindarles esta oportunidad” cierra Squizzato.
Una idea a partir de la cual ambas partes dan,y ambas reciben. Pero la caricia más grande se la llevan los niños, casi sin poder sentirla en estos últimos días de las vacaciones.