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1- Fernando en el aeropuerto. 2- Bahía de Halong |
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“Yo conozco muchos países, más de 20, casi todos los de América del Sur, México, Estados Unidos, en Europa conozco capitales más que países, conozco Dubai en los Emiratos Arabes, China, Malasia, Tailandia, Vietnam, a los que he ido por trabajo y también por turismo, es un mix”, explica Fernando Longo para introducirnos en un relato con el que nos llevará a recorrer Vietnam.
“Fui a Vietnam tres veces con distintos recorridos, fui por Europa, por Malasia y por Hong Kong. La primera vez fui por trabajo y las otras dos veces fui porque siento una especial atracción por Vietnam, seguramente voy a volver, no sé si en el corto plazo”, añade a sus palabras para que se entienda por qué eligió, de todos los lugares, esa tierra tan lejana y ajena a nuestro conocimiento.
“Vietnam ha tenido una gran significación histórica por sus guerras con Francia y con Estados Unidos, siempre me habían movilizado una serie de incógnitas sobre ese país que yo desconocía y cuando tuve la primera oportunidad de hacer un acercamiento a Vietnam, fui. Quizá a esos países del Pacífico ahora los vemos más cercanos, pero en el momento en que fui, hace más de diez años, eran inhallables dentro de un circuito turístico”, completa.
A la hora de describir ese destino remoto, Fernando cuenta que “el pueblo vietnamita es fanático del fútbol, sigue las ligas europeas y americana, comen temprano, se acuestan y se levantan temprano, son muy amables, un gran porcentaje de la población es bilingüe, habla su idioma y el inglés, y a veces saben hasta tres idiomas porque agregan el francés. El español recién se está incorporando”.
Además, considera que: “Es un pueblo con unas características muy particulares, teniendo en cuenta que hace 30 años terminó una guerra en la que murió mucha gente, estuvieron divididos, se unificaron y ahora están incorporando un sistema de consumo muy fuerte.”
“Vietnam es un país caluroso, con mucha humedad, que tiene entre 80 y 82 millones de habitantes, por lo que es de los países asiáticos el menos poblados. En cuanto a lo edilicio, la capital, Hanoi, en el norte, es una ciudad antigua, muy linda, con muchas construcciones tipo francesas de principios del siglo anterior, es muy interesante. En Hanoi se han restaurado los edificios antiguos y hay una preservación cultural muy importante, todo se ha ido remodelando, es conservacionista, si bien ahora se han hecho unos edificios con una arquitectura muy moderna. En cambio Ho Chi Minh, la ex Saigón, en el sur, es una ciudad más moderna, ahora están con un furor en las construcciones”, asegura.
“Vietnam tiene casi toda la pastelería y los vinos franceses, tiene bares con características parisinas, muy de Francia. La penetración de la cultura francesa me imagino que es un poco por reciprocidad, porque la mayor comunidad de vietnamitas que vive en el extranjero está en Estados Unidos y la segunda está en Francia, en un primer momento pueden haber sido refugiados, en este momento ya no, ahora hay mucha relación cultural con esos países”, afirma.
“Otra de las características de Vietnam es la cantidad de motocicletas. Así como en Holanda y Bélgica andan en bicicleta, ahí andan en moto, entonces cuando se está en Hanoi hay una sensación muy particular que es la de escuchar permanentemente un ruido que es de las motos. Es impresionante la cantidad de motos que hay y cuesta mucho cruzar las calles por el tránsito, pero lo bueno es que las motos esquivan a la gente y no es que la gente tiene que esquivar a las motos”, dice Fernando.
Lo que me impactó
“La primera vez que viajé a Vietnam, tenía en mi mente esas imágenes de las películas que hacían referencia a la guerra, y recuerdo que cuando bajé del avión en Hanoi, salí y vi unos campesinos a un kilómetro del aeropuerto, con su vestimenta y sombrero típicos, como en las películas. Esa imagen nunca más volví a verla después, porque ya no están más cercanos al aeropuerto, ahora hay un sistema de autopistas que lo bordea. Cuando llegué tanto a Beijing como a Hanoi, sus aeropuertos eran muy domésticos, ahora en China ha cambiado muchísimo y en Hanoi es muy moderno. Yo llegué con el aeropuerto antiguo, en el cual afuera, como integrados al aeropuerto, estaban los hangares de los aviones que habían sido utilizados en la guerra de Vietnam. Entonces esa experiencia y la de campesinos andando con sus animales cerca del aeropuerto me dejó una imagen muy especial que la tuve sólo la primera vez que llegué y no se repitió porque esta ciudad cambió mucho. En la actualidad, los campesinos siguen viéndose en los pueblos más chicos”, señala.
Lo que más me gustó
“En uno de los viajes tomé una embarcación hasta la bahía de Halong, que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad y es una de las nuevas Maravillas del mundo moderno, allí hay tres mil islotes dentro del Golfo de Tonkin, al norte de Vietnam. Es realmente un paisaje muy lindo, es muy impactante”, cuenta Fernando.
“También me llamaron mucho la atención las playas que tienen en el sur del país, con las mismas características que las playas de Tailandia, son muy parecidas. En el sur está la playa Cau o Cau Bay con aguas extremadamente cristalinas y arenas blancas, es muy linda. El delta del río Mekong, cerca de Ho Chi Minh, es muy interesante también, además de las cavernas con estalactitas y estalagmitas que hay en el norte”, agrega.
Lo que menos me gusto
“Tanto en Ho Chi Minh como en Hanoi tienen la costumbre de utilizar mucho las veredas para comer, entonces se siente permanentemente un olor a fritura y otro tipo de olores. Nosotros tenemos una especie de pre concepto cultural con la comida callejera. A última hora de la noche baldean y limpian todo, pero a la mañana temprano vuelve a ser lo mismo, es como un gran mercado y, por el hecho de comer en la calle, no tienen el orden que nosotros conocemos. Esto sucede más aún en los pueblos chicos, la gente toma la vereda como un espacio más de su casa, no como uno público, entonces hay que ir sorteándolos porque están comiendo afuera. Eso se da porque las temperaturas son muy altas, con mucha humedad, y las casas son pequeñas. En Hanoi tampoco me gustó el permanente ruido de las motos”, indica Fernando.
“En Vietnam comen comidas muy picantes y esa es otra de las cosas que no me gustó”, precisa para completar.
Lo que me emocionó
“Dentro de la bahía de Halong, yo dormí dos noches en un barco y justo coincidió que había luna llena. En el barco éramos muy pocos, un matrimonio de alemanes, uno de franceses y cuatro argentinos, me quedé solo en la cubierta del velero fumando un habano y mirando la luna que era extremadamente grande, a mí me gusta la luna llena. Me quedé dormido y al rato me desperté con la luna llena, fue algo muy apasionante despertarme con esa luna en el medio de unas islas al otro lado del mundo. Fue muy impactante”, confiesa.
“En Ho Xhi Minh, ver el palacio donde todavía están lo pertrechos y los helicópteros que no pudieron despegar los soldados americanos cuando los vietnamitas tomaron el palacio al final de la guerra, me movilizó”, recuerda y agrega: “Hay pueblos que han guardado los pedazos de aviones que han caído, Vietnam es un pueblo que ha tratado de superar el tema de la guerra pero a su vez conserva los íconos de esa guerra, eso genera también una movilización.”
Lo gracioso
“La primera vez que fui, estaba en una conferencia en Hanoi, y después de tres horas salí a tomar algo cerca. Al frente de donde se realizaba la conferencia estaba el mausoleo de los héroes de la guerra con Estados Unidos, yo había leído acerca de ese mausoleo y quise cruzar la calle hasta allí, pero las motos y algunos autos que pasaban no paraban nunca y la avenida tenía como doce metros de ancho. Caminé para un lado unos 150 metros pero no encontré ningún cruce, entonces me fui para el otro lado como 200 metros y tampoco encontré para cruzar, ni por abajo, ni por arriba, ni semáforo. Me fui hasta un lugar donde vi una senda peatonal, una persona que había estado parada al lado mío, a los tres minutos la vi enfrente, donde yo quería estar, y me pregunté cómo había hecho para cruzar si las motos pasaban permanentemente. Entonces vi a una mujer con un nenito que iba a cruzar, y me puse al lado del nene para ir con ellos, porque si ellos podían, yo también iba a hacerlo. Al final crucé con ellos, y ahí me di cuenta que no es el peatón el que tiene que esquivar la moto, sino que la moto se hace a un lado para no tocarte. Estuve más de 20 minutos para cruzar, lo más gracioso fue la cara del nene, cómo me miraba porque me había parado junto a él”, relata entre risas.
Lo que extrañé
“De la comida extrañé quizá la dieta de carne, lo que es una milanesa, un bife, pero tampoco fue tanto, estuve 20 días. Además, ahora Vietnam está integrado, en las ciudades metrópolis hay comidas rápidas, y en Hanoi los desayunos con panadería francesa son muy ricos”, asegura.
“Si tuviera que elegir un lugar donde volver de todos los que he visitado, yo vuelvo a Buzios, en Brasil, porque siempre me atrajo, otro de los lugares es Hanoi, porque me gusta mucho. También volvería a Roma y a Los Angeles”, finaliza Fernando.
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