Señor director:
En enero de 2010 planteamos públicamente que la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) debió haber declarado la emergencia eléctrica en la provincia.
Si observamos la fecha del planteo no sólo coincidiremos en que se trata de pleno estío, sino en que el sector eléctrico provincial ha acentuado su situación de emergencia en los hechos verificados y padecidos especialmente en los últimos tres veranos por los cordobeses
Ciertamente, estos son apenas los efectos de un meollo energético cuyas raíces más profundas las encontraremos en aquel devastador proceso de desinversión, desfinanciamiento y vaciamiento, proceso nefasto en el que podremos identificar la causa primera de todas sus perversas derivaciones posteriores hasta la fecha.
Con memoria tal, mal podríamos caer en la tentación colectiva de atribuir la crisis actual sólo a problemas de esta flamante gestión o de eficiencia, imprevisiones técnicas, financieras, demográficas, ecológicas o comunicativas.

Entonces, ¿de qué se trata?

Se trató, fundamentalmente, de una ineficacia calificada traducida básicamente en ausencia de planificación idónea en términos de perspectiva y prospectiva, superposición de roles, carencia de inversiones como del no recupero de los “desfinanciamientos”, sin perjuicio -claro está- de los problemas aludidos precedentemente.
De tal manera, satisfacer el servicio eléctrico provincial es algo que frecuente y recurrentemente puede desbordar a la EPEC, práctica y operativamente.
Ahora bien, sólo con conjeturar sobre las inversiones necesarias en materia de infraestructura nueva, recomposición y refuncionalización de la existente; refinanciar, expandir y modernizar la empresa; imaginar y anticiparnos prudentemente a una eventual industria de juicios por supuestas consecuencias de episodios recientes (no obstante sus características fortuitas imprevisibles y de fuerza mayor), será suficiente para acordar que más temprano que tarde deberá contemplarse la incorporación de capital privado con reconocida responsabilidad social empresaria, salvo admitir algo más que una mera hipótesis jurídica de “quiebra técnica”, latente, o su lisa y llana privatización total-comercial.
Históricamente, EPEC, a los fines de poder satisfacer toda la demanda eléctrica provincial, nunca pudo prescindir del sector cooperativo.
Prueba de ello es que debió contar con la colaboración y complementación invalorable de las ya 204 cooperativas eléctricas provinciales esparcidas en todo el ámbito de la geografía cordobesa.
Asimismo, respecto de las mismas y en lo que a su ejido territorial de servicio refiere, sería injusto desconocer que no hay mayores noticias de reclamos o delitos (Vg. hurto de energía, etcétera) de la envergadura que exhibe el sector servido por la empresa provincial; sin perjuicio, y más allá de la reconocida trayectoria y solvencia cooperativas, expresadas en su propia calidad y eficiencia tanto como en sus tarifas mutualísticas ajenas a fines lucrativos.
Consecuentemente, ecuanimidad y nobleza obligan, no se debería postergar ni marginar la presencia y representación del sector cooperativo al menos en la dirección y gestión de la EPEC y del ERSEP.
Así entonces, dadas dichas características y gravitación de estas empresas de servicios, las mismas lucen como naturales e ineludibles protagonistas para institucionalizar la alternativa jurídico-legislativa de “incorporación de capital privado” a la EPEC.

Público & privado

Antes que nada, proponer lo que proponemos no sólo será formalizar y ampliar satisfactoriamente la realidad operativa eléctrica provincial, sino superar una inédita encrucijada a la que se verá enfrentada nuestra EPEC.
Por otra parte, dicha alternativa podría energizarse logrando el mejor asociativismo público-privado posible, ya que la EPEC es una empresa estatal en tanto las cooperativas ,en cuanto tal, son empresas privadas, autoorganizadas y autogestionadas mediante acciones vecinales mancomunadas de sus propios asociados (también usuarios, consumidores, ciudadanos y contribuyentes).

Conclusión

En efecto, plasmar la alianza estratégica, situacional e iterativa, “EPEC y Cooperativas”, será también aggiornarnos a estos tiempos en los que el Estado ostenta la posibilidad de resignar una porción de su poder administrativo que ejerce soberanamente, con justificación en que al hacerlo obtendrá un bien superior y concurrente a la realización del interés común.
Finalmente y, en este sentido, la consecución de una mejor calidad de vida para los cordobeses que además facilite adelanto, progreso y bienestar, se erige en motivo suficiente para que el Estado provincial consienta en delegar con solidaridad social parte de su soberanía eléctrica.
Si bien toda paciencia tiene su límite, los usuarios cordobeses -no se dude- acompañarán una propuesta seria y creíble, más aún cuando los refleje, reivindique, comprometa e implique en su personal protagonismo y corresponsabilidad comunitaria.

Roberto Fermín Bertossi
Docente, investigador
y profesor universitario