Tiene 50 años y le llamaremos Daniel porque ha solicitado conservar el anonimato a cambio de su testimonio. Pero es una persona real, con una vida real y una enfermedad, también, real: la adicción al sexo.
Es residente en Barcelona, y está actualmente en paro (desocupado). Fue a los 35 cuando Daniel se abandonó al sexo. "Desde joven he tenido problemas de adicción. Me he dado a todo, lo que ha sucedido es que la forma ha cambiado (sexo en lugar de alcohol o drogas), pero la base de mi problema es el mismo: una falta total de control de los impulsos".
Un adicto al sexo no es muy diferente a un ludópata o a un alcohólico. No es ninguna broma. Todos se meten en un círculo vicioso del que no pueden salir, sin ayuda. Sufren, pasan “mono”, ansiedad, dejan de sentir placer y viven con vergüenza, arrepentimiento, soledad y falta de autoestima. Todos, también, pagan las mismas consecuencias: pérdida de trabajo, de pareja, de dinero. "Es una auténtica mierda. Acaba con todo, autoestima, te quedas sin vida", enfatiza Daniel.
Fuente: ElMundo.es
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