¿Qué es la enfermedad desde el lugar de un padre?
Sentí un dolor en el alma, desesperación, miedo, no saber qué hacer, aturdimiento, mucha impotencia y culpa.
¿Qué es la enfermedad para nosotros?
Decir que la adicción a sustancias es una enfermedad es, para nosotros, “darnos cuenta”.
Cuando la reconocí, vi la enfermedad en mi familia y ahora, luego de un tiempo de estar en la Asociación Nazareth, puedo advertir que hubo antes un complejo camino recorrido a los tumbos, buscando algo a ciegas, sin saber qué, llenos de culpas y soledades.
Haber podido decir que nuestros hijos están enfermos fue darnos cuenta de a poco, incluso hasta hoy, en qué aspectos nuestras familias lo estaban y lo están. Pero darme cuenta de lo que es la enfermedad, de qué contextos favorecen su manifestación y de qué acciones son necesarias para recuperarse de ella, fue terminar con una larga etapa, en mi caso tan extensa como el dolor, la impotencia, la culpa, los límites lábiles, la omnipotencia, la negación, la inmadurez, el encierro y el silencio sobre ese aspecto enfermo de la familia, que está en la procedencia de la adicción de mi hijo. Fue darme cuenta del retorcido mecanismo de la manipulación que nos apresó y nos apresa si nos descuidamos. Fue darme cuenta, también, de los recursos buenos que tenemos para superarnos. Fue darme cuenta de que mi hijo es fuerte.
La adicción a las sustancias como el alcohol, la marihuana y la cocaína es una enfermedad de la que nuestros hijos se están recuperando, luchan por superarla, se están rehabilitando pero serán siempre vulnerables respecto a ella. La adicción es, por otra parte, una enfermedad en la familia de la que nos estamos recuperando pero hemos sido y algunos seremos vulnerables a las relaciones dependientes, al alcoholismo y a la comida. Saber esto, es luz, es esperanza, es acción orientada por la responsabilidad, ya no por la culpa.
Parece contradictorio pero no lo es. Nuestros hijos son adictos, son enfermos, las familias son coadictas y fue el componente necesario para que la enfermedad se manifestara; como padres sabemos en qué nos equivocamos, qué negamos, dónde fuimos impotentes y al mismo tiempo soberbios y, sin embargo, ¿la enfermedad es esperanza? Sí.
Cuando hablamos sobre la enfermedad estamos aprendiendo a afrontar, con ayuda institucional, aquellos aspectos de nuestras vidas que son y han sido disfuncionales, que facilitaron la adicción, la dependencia a las sustancias de algunos de nosotros. Hablar de la enfermedad de mi hijo es “darme cuenta”. Es comprender. Es otro tiempo. Es reconocer y correr, como cada uno puede y desde lo que puede, las máscaras donde ocultábamos nuestros temores.
“Darnos cuenta” es para nosotros reconocer que en medio del marasmo en que nos encontrábamos siempre hemos elegido estar como estuvimos y hoy con la palabra “enfermedad” inscripta por la institución Nazareth en nuestra historia familiar, podemos construir bienestar porque todos los días, como cada uno puede, elegimos responsablemente no seguir enfermos.
Más de 30 padres que conforman el Grupo terapéutico de padres 2012 en la Casa Esperanza de la Asociación Nazareth Villa María
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