Escribe: El Peregrino Impertinente
El pasado 14 de enero, la aerolínea Iberia realizó su último vuelo entre Córdoba y Madrid. Era la única conexión directa entre la capital provincial y Europa, y funcionaba de forma ininterrumpida desde octubre de 2010. Eso fue hasta que la empresa mudó de planes, y chau ruta intercontinental. Una pérdida insignificante si se la compara con otras de mayor dramatismo, como la salida al mar de Bolivia o el “Unicornio azul” de Silvio Rodríguez. Pero que, sin dudas, es dolorosa para el turismo cordobés.
Lo sabía el gobernador, quien meses antes del cierre intentó cambiar el parecer de los directivos de la firma. Ni siquiera su apodo sirvió para crear empatía y trocar la decisión de los ejecutivos españoles durante la reunión. Mucho menos los chistes del tipo “venían en un avión un inglés, un gallego y un argentino”, que algunos de sus colaboradores contaron buscando distender el diálogo. El malestar recién se evaporó cuando trajeron el jugo de naranja, el café y las medialunas, y todos se pusieron a hablar amistosamente sobre los diseños de sus corbatas y la hermosa vista que tenía la oficina, temáticas con las que tanto políticos como empresarios se sienten realmente a gusto.
Otros vuelos
Más allá del revés, vale destacar que el Aeropuerto Ambrosio Taravella de Córdoba aún mantiene con vida otras varias líneas internacionales. Algunas de ellas son las que conectan con Santiago de Chile, Montevideo, Lima, Panamá y Porto Alegre. Poco si se lo contrapone con las estadísticas de los aeropuertos de Beijing, Londres, Hong Kong, Frankfurt o Chicago, algunos de los más grandes del mundo. En cada uno de ellos, cientos de aviones de los cinco continentes aterrizan y despegan diariamente, movilizando a decenas de millones de pasajeros por año.
El contraste es hiriente. Pero nada que un par de fotos de La Cumbrecita repartidas alrededor del globo no puedan revertir.
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