El ferrocarril, como otro medio de transporte, es un servicio público y debe tratarse con un criterio alejado de todo afán de lucro. Por lo tanto, no debe quedar en manos de empresarios privados que todo lo ven como un negocio rentable y jamás como lo que debe ser por naturaleza: un servicio público útil para la comunidad. Pasa con los peajes, con la medicina prepaga, con la educación privada, con las comunicaciones, con el agua, con el gas, con la energía, con el sistema financiero, etcétera.
Ninguna empresa de servicios, ninguna institución de bien público debiera estar en manos privadas. ¿Tendremos que volver al "Estado de Bienestar" tan vilipendiado por los fanáticos del neoliberalismo? Sí y mil veces sí, porque el Estado somos todos y todos debemos beneficiarnos con su buen funcionamiento.
En el lamentable accidente ferroviario de Once, será tema de prolongadas discusiones para averiguar si hubo fallas humanas, técnicas o de material obsoleto; si hubo falta de control. Todo eso puede ser. Lo cierto es que los auténticos protagonistas ferroviarios, los obreros y empleados, sus técnicos y directivos medios, son mantenidos en el sistema privado imperante, al margen de las decisiones empresarias, careciendo del suficiente peso decisorio, sin el cual es imposible lograr una plena integración en una empresa.
Sólo los dejan pasar notas y denunciar fallas que caen en saco roto, en tanto rozan los intereses de los propietarios, les originan "gastos", les "reducen ganancias".
Si no queremos seguir llorando más muertes evitables, si queremos evitar perjuicios morales y materiales, pienso que:

- Se deben reestatizar los ferrocarriles para extender su acción en todo el país, abaratando costos de flete, potenciando ciudades agrarias y creando fuentes de trabajo en talleres y servicios. Es una necesidad inevitable e impostergable.
- Se debe confiar en el trabajador poniendo en sus manos la responsabilidad organizativa y con calidad salarial, como un buen principio para superar estos "accidentes", ya que ello los hará cuidadosos de sus fuentes de trabajo, velarán por la seguridad de los pasajeros y las cargas y serán protagonistas de una educación para el cambio y de una mayor disciplina social, científica y tecnológica que a la larga rendirá sus frutos.

- Nada de eso se podrá lograr reduciendo la cantidad de personal y evitando inversiones en cantidad y calidad de material con el fin de reducir costos.

- En el proceso de reestatización el Gobierno debería recurrir a funcionarios probos, capaces e idóneos, alejados de todo interés sectario, personal o ideológico-partidario, diferenciándonos de otros tiempos donde las distorsiones en ese sentido hicieron que la derecha convenciera a una mayoría que las privatizaciones eran la solución. Así nos fue. Y así nos va: el resultado sigue siendo decenas de accidentes, decenas de muertos y servicios deficientes.
Reyes Martínez