Escribe: Jesús Chirino
Eva Duarte de Perón supo visitar Villa María en octubre de 1946. Fueron pocos pero intensos minutos que dejaron algo de su calor en las manos de aquellos que apretaron las suyas. A pesar de la poca luz de esa noche, el paisaje de la ciudad fue recorrido por su mirada, la misma que se apagó el 26 de julio de 1952 hundiendo a gran parte del pueblo argentino en un profundo dolor. Aunque algunos sectores no compartieron ese sufrimiento, la gran mayoría de la población expresó de diversas formas su pesar, desde el íntimo rezo en las casas hasta grandes manifestaciones públicas. En Villa María también se produjo este fenómeno. Por ejemplo en el Concejo Deliberante de la ciudad hubo expresiones que aquí recordamos según quedó en las actas.
El 27 de julio el Concejo dictó la Resolución 697 llamando a sesión especial para el día 31 con el fin de “rendir homenaje a la memoria de la señora Eva Perón…”. Esa norma dice que “Habiendo fallecido el día 26 de julio del mes en curso, la señora Eva Perón, jefa espiritual de la Nación y esposa del excelentísimo señor presidente de la República y, considerando: que la ilustre dama extinta, se ha hecho acreedora a la gratitud y al reconocimiento de la Patria, por sus excelsas virtudes y el empeñoso afán que puso al servicio de su inmensa obra en beneficio de los humildes” se adhiere al duelo dispuesto por “el Superior Gobierno de la Nación”. También se dispuso que la bandera nacional, con crespones, permaneciera izada a media asta en el Concejo “durante diez días, en señal de duelo”. Por otra parte se decidió remitir un telegrama de condolencia al presidente de la Nación e invitar a los “integrantes del Honorable Concejo, a concurrir el día 29 del corriente a las 10.30 horas, para depositar una ofrenda floral ante el altar erigido en la capilla del cementerio La Piedad”.
Palabras de los concejales
El 31 de julio se desarrolló la sesión especial con la presencia del intendente José Felipe Perazolo, el presidente del cuerpo legislativo Néstor Pedro Aliciardi y los concejales José S. Rodríguez, Santiago Rüedi, Enrique N. Menna, Joaquín Piñeiro, Enrique Pérez, Raúl Sánchez y Juan Pasero. Es decir todos los concejales de la mayoría peronista, que habían asumido el 30 de junio, contándose como ausente los ediles por la minoría: Félix Sanmartino, Pedro Buconic, Julián Fernández y H. Raúl Bertorello. Quizás las ausencias pueden aplicarse a partir de la gran complejidad del momento histórico-político que se vivía entonces.La bandera nacional con crespones presidió la sesión y se les pidió a los presente que permanecieran cinco minutos de pie. Aliciardi dejó la presidencia en manos del concejal Rodríguez para hacer uso de la palabra. Así dijo: “El pueblo argentino está de duelo. Eva Perón, la dulce samaritana de la Patria nueva, ha muerto. Ella, la estrella luminosa de la Patria redimida, se internó en la eternidad de los cielos, acompañada por las plegarias suaves y acongojadas de los humildes de la tierra…”. Habló de la llegada de esa mujer a la vida política, en su calidad de compañera de Juan Perón. También dijo que “Ella que tiene en su mismos nombres cadencia de candidez y dulzura: María Madre de Dios; Eva madre de Todos. Así llegó, señor presidente, humilde y decidida para dar comienzo a su obra… aquella obra que soñara realizar desde su niñez… Eva Perón, la blanca novia de la Patria Blanca, es el amor sublime hecho mujer. Ella tendrá en el devenir sus justicieros apologistas; tiene en el presente el reconocimiento de todo un pueblo…”.
Paso seguido tomó la palabra Santiago Rüedi. Expresó su hondo pesar diciendo que “Eva Perón, hada madrina de la Patria, samaritana sublime de América, figura señera de la revolución más incruenta pero a la vez más maravillosamente fecunda que registran los anales del mundo…”. Habló que se sabía que llegaría el día de la despedida pero que no estaban resignados “a perderla”. Este concejal también se refirió al surgimiento político de Eva Perón, dijo “…llegó a la vida nacional en víspera del 17 de octubre de 1945. Vivía entonces el país, uno de los períodos más azarosos de su historia, la reacción, había consumado el crimen nefando de arrebatar al pueblo, su adalid insuperable. Eran vísperas de epopeya. Se vivían presentimientos de sangre de pueblo mártir. La traición triunfaba y en su soberbia inconsciente, amenazaba destruir conquistas sociales largamente soñadas por las masas desposeídas y sufrientes, que ya habían entrevisto en Juan Perón, el paladín de sus reivindicaciones… fue entonces que apareció la indómita conductora. Venida de la entraña pura del pueblo, carne y alma del pueblo, capitaneó con ímpetu bravío a las multitudes estremecidas que habrían de rescatar a Juan Perón”. Luego habló del sacrificio y de la lucha de esa mujer “contra los enemigos del pueblo”. El discurso de Rüedi, como otros de ese día, unió lo épico con lo religioso diciendo que esa mujer había hecho llegar el fruto de su acción a todos los rincones del país y que por ello los humildes en sus plegarias unían su nombre al de Dios. También se refirió a su accionar como “apoteosis evangélica” que subsistió “apenas más de un lustro”. Terminó diciendo “La República entera está arrodillada ofrendando su silencio a la muerta ilustre. Nosotros ya hemos tributado también ese homenaje. Sin embargo en nuestra condición de depositarios de un mandato popular, los concejales peronistas hemos querido dejar nuestra palabra condolida, que de alguna manera transmuta la intensa congoja del pueblo de Villa María ante la muerte de Eva Perón”. Cuando le tocó el turno a Rodríguez hizo referencia a la ayuda internacional que había liderado la esposa del presidente de la Nación y destacó que “ no sólo colaboró eficazmente en lo político y social con su esposo y compañero, el General Perón, sino que fue la autora directa de las mejoras obtenidas por los ferroviarios en su escalafón, aguinaldo a los jubilados, pensión a la vejez, derecho de la ancianidad, voto de la mujer, creación de hogares para los ancianos, hogares infantiles, hospitales, ciudades universitarias y tantas otras obras e instituciones surgidas al calor de su incansable y generoso corazón”. Refirió el libro “La razón de mi vida” como “síntesis maravillosa de amor, de justicia y de adhesión al ideario peronista”.En tanto que el ferroviario Menna dijo que Eva “Fue una revelación para la clase trabajadora, el surgimiento de esta mujer en el escenario de la Nación que con su encendido verbo, con su leguaje de amor a los humildes, nos enviaba un mensaje de redención y esperanza…”. Terminó señalando “…el mejor homenaje que podemos hacer los militantes del movimiento peronista y de las organizaciones obreras, es, sostener la bandera de Eva perón, como símbolo de redención y con ella al frente abatir los reductos de la oligarquía, haciendo desaparecer para siempre las torres del privilegio, contra las que ella luchó abiertamente, porque no admitía en este Estado Social Justicialista. Este es mi sencillo homenaje, Eva Perón”.
El concejal Piñeiro pronunció un corto discurso dirigido a Eva, diciendo que Perón quedaba solo pero que estarían siempre presente los peronistas. Concluyó con una oración “…que en paz descanse tu alma, por el pasar de los siglos de los siglos amén”. Luego el concejal Pasero dijo “como trabajador y representante de un gremio, empleados de comercio, apoyo con fervor y cariño este homenaje”. En tanto Pérez dijo “La Patria está toda de duelo ante tan irreparable pérdida. El día ocho de octubre del año 1945 conocí a Eva Perón, como trabajador de Luz y Fuerza. El pueblo la llamó Eva Perón, Dama de la Esperanza, Primera Dama Argentina, Abanderada de los trabajadores y hoy, para honra de nosotros, Jefa Espiritual de la Nación Argentina, para nosotros los trabajadores que hemos tenido la oportunidad de estrechar en varias oportunidades su frágil y tibia diestra…”Al final de la sesión el cuerpo legislativo decidió, en honor a la extinta, suspender las sesiones previstas hasta el día ocho de agosto.
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