Estimado:
Sorprendido por su nota del domingo 9/11, no puedo más que escribirle unas líneas.
Dice haber observado a un grupo de obreros pescando de modo furtivo. Y eso no está para nada bien. La generosidad de la Madre Naturaleza, le ha servido al hombre desde tiempos muy remotos para su supervivencia. Pero claro, si el elemento es una red, el asunto va más allá y bien podríamos llamarlo “supervivencia económica”. Y si estos pescadores alardean burlonamente de su pesca destructiva, el tema es más delicado. Ud. sabe que la ignorancia, el alcohol, la indiferencia y otras “yerbas”, a menudo envuelven al hombre en un manto dramático para él y para quienes lo rodean.
Debo aclararle algo: no vaya a creer que la pesca deportiva no es dañina... Hay muchas actividades que causan daño a los ambientes naturales, aunque nunca falta el vivo que las ponen de moda para meter dineros en sus bolsillos.
Siguiendo su relato, le cuento que la ocurrencia del parroquiano a mí no me causa la más mínima mueca. Pero bueno, no todos tenemos el mismo estómago (por suerte, ¿no?). Ya tenemos generaciones torturadas, forzadas a consumir “arte mediático” cada vez más degradante.
Y antes que piense lo contrario, quiero decirle que no soy ni puritano ni ambientalista, pese a haber escrito columnas de Vida Silvestre y Ecología, por espacio de casi 10 años, en el mismo diario en el que usted escribe, y haber producido y conducido un programa en Radio Centro sobre los mismos temas por más de 3 años. Eran tiempos en los que se calificaba de “loquitos” a los que tocaban esos temas.
Pero, aquí otro detalle: deberíamos entender que todos los que pisamos el planeta tenemos la obligación de no agredirlo, de no contaminarlo ya más.
Sobre su comparación con el arponero japonés, no vale la pena un comentario. Sólo Ud. entendió lo que quiso decir.
Sí merece un comentario la presencia de un tercer actor en ese triste escenario: el gendarme. Y el juego típico de la viveza criolla con la red y las cañitas de morondanga. Para ser sincero, se me confundieron los roles y, francamente señor Peregrino, no sé quién tiene acá el rol de “garca”, como usted dice.
Es verdad, todos tenían algo que ocultar. Pescadores, gendarme y... un “impertinente” que se quedó parado en el viejo y rancio balconcito del “no te metas”. ¿No le parece, amigo, que usted también tiró por la borda ese alarde de gran admirador de nuestros paisajes naturales?
Qué pena, una vez más me ha decepcionado la realidad... Pero no me ha sorprendido, porque sé que cada vez hay más interesados y desinteresados. Tipos que escapan imaginariamente del mundo para tirarse en una playa, tipos que quieren arrancar más árboles a una tierra que los pide a gritos, tipos que abandonan animales cuando están viejos y enfermos, tipos que revolean basura porque total pagan impuestos, ecologistas puritanos, como dice usted... Me pone feliz no estar ni de un lado ni del otro. Prefiero ser el tarado que guarda el papel del caramelo porque no quiere ensuciar la ciudad.
Un abrazo a todos.

El "Negro" Díaz