Escribe: Jesús Chirino

La historia de nuestra región es de una gran riqueza, tanto el período prehispánico como todo lo que sucedería a partir de la conquista. Claro que el registro escrito se da luego de la llegada del hombre europeo. En esta oportunidad repasamos algunos aspectos de la apasionante historia de San Antonio de Litín.
Lo hacemos a partir de la inquietud de Carina Velázquez, vecina del lugar que llegó con la historia de su localidad impresa en varios libros. De uno en uno fue mostrando cada libro: “El latir de un pueblo…” de Mario Penna, “Rescate Histórico–Cultural de San Antonio de Litín” realizado por los alumnos del IPEA Nº6 y “Cuentos cortos para noches largas” del IPEM 214 “Manuel Belgrano”. Casi no hace falta leer el material, Velázquez lo cuenta todo. Es una de las tantas jóvenes que llegan a Villa María para estudiar, en este caso abogacía en la Universidad de Salta, orgullosa de la historia de su pueblo quiere que “El Diario” cuente el pasado del esa localidad ubicada a unos 50 kilómetros de la ciudad de Bell Ville.

Del nombre

En el nombre “San Antonio de Litín” quedaron impresas las huellas de los actores del drama que significó la llegada a estas tierras del europeo con su religión y la relación con los hombres y mujeres que ya habitaban el lugar.
Según Mario Penna, Litín es una voz comechingona que a lo largo de la historia designó un punto geográfico habitado por aborígenes, luego un caserío criollo, paraje y un fortín. Las referencias históricas relacionan este vocablo con los aborígenes que habitaban el lugar desde antes que, en 1529, por primera vez hombres blancos al mando de Francisco de César pisaran estas tierras. Entonces lo Litines ocupaban las tierras que actualmente pertenecen a Bell Ville y luego fueron desplazándose hacia la “Cañada de Litín”.
En relación a “San Antonio” las cosas están más divididas existiendo diferentes teorías que pretenden explicar el porqué de esa designación. Incluso suele sostenerse que ya existía en la zona antes de 1884 cuando se erigió la Capilla en su honor.

La pedanía Litín

El 14 de noviembre de 1877, mediante decreto del Gobierno provincial se divide la “…pedanía Bell Ville. Dpto Unión en dos pedanías teniéndose por línea divisoria el Arroyo del Algodón y Cañada de Litín hasta dar con el Arroyo de las Tortugas”. La división se realizó a pedido de Samuel Ceballos, presidente de la Municipalidad del Departamento Unión y estanciero de la zona. En aquella norma legal no se fijaba sede de las autoridades de la nueva pedanía. Por otra parte, según refleja Penna en su libro, el antiguo “Paraje de Litín”, que aún contaba con población quedaba en la pedanía de Bell Ville.
Quizás por esto, en el año 84 del siglo XIX confluyeron los intereses de la comisión Municipal del Departamento Unión y de la Iglesia Católica. Las autoridades civiles, creadoras de la pedanía “Litín”, evaluaban constituir una población donde fijaran domicilio las autoridades pedáneas. Por otra parte el clero necesitaba un templo donde reunir los fieles de la zona.
Los propietarios de tierras en el lugar, Samuel Ceballos y Julián Nóbrega, fueron los primeros en donar terrenos para la nueva población. Cada uno cedió una manzana con el objeto de edificar la Capilla “… y luego ampliaron para pueblo, estimulando a sus propias familias y demás del lugar a secundar la obra solicitando el óbolo del vecindario”. A partir de esas donaciones y aquellas que se hicieron posteriormente como las de Calixto Rodríguez y Genoveva Sánchez de Rodríguez se fue estructurando lo que sería, primero la Capilla y luego el pueblo.

La capilla

En 1883, el padre Eduardo Ferreira, del Curato de Bell Ville, pretendió bendecir la capilla. Algunos entredichos por la titularidad de los terrenos donados para la capilla hizo suspender el acto. Aclarado el conflicto, el 20 de julio de 1884 pudo realizarse el mismo. A Fortunato Gambini, cuyos restos descansan en la capilla, le correspondió el honor de ser el primer cura párroco del lugar.
Indudablemente que el templo religioso jugó un papel de gran peso en el surgimiento de este pueblo cuya designación fue sufriendo modificaciones a lo largo de los años, desde Capilla de San Antonio hasta el actual “San Antonio de Litín” que fuera fijado por el decreto 7627 del Superior Gobierno de la Nación.
Lo escrito apenas si da alguna idea de la rica historia de esta parte de la geografía cordobesa, quedan en el tintero la cultura de los aborígenes locales, el traslado y la extinción de la vida aborigen, los malones, el fuerte, las batallas de los caudillos federales y tantos otros episodios que sucedieron en la zona de San Antonio de Litín.