El presidente del Tribunal de Cuentas, Carlos De Falco, rompió el silencio y salió al ruedo para refutar a sus dos pares de la oposición (José Naselli y Gustavo Maristany) que hicieron una presentación ante el Tribunal Superior de Justicia pidiendo la inconstitucionalidad de la norma aprobada por el Deliberante en relación al funcionamiento del órgano de control.
Los tribunos opositores sostienen que el Gobierno busca "evitar los controles" y agregan más condimentos a una disputa que fue el tema del verano y que originó una movida de los partidos políticos en defensa de Naselli y Maristany, ante dichos oficialistas de sentarlos en un posible juicio político.
De Falco se había mantenido callado sin participar en la controversia pero en los últimos días abrió la boca, afiló la pluma y atacó.
En el escrito, publicado en nuestra edición del pasado miércoles, hizo un extenso detalle con argumentos jurídicos para defender la facultad del Concejo en lo que concierne a la reglamentación de los órganos de control.
En este asunto, pone énfasis en remarcar que el Tribunal no "es un poder del Estado", pero sus fundamentos superan lo legal y se introduce en la cara política de la pelea que los dos miembros del Tribunal vienen llevando adelante desde hace más de cuatro años.
"Los vocales emiten su voto sin conocimiento del presidente, entonces este tiene que andar adivinando por qué se rechazan las órdenes de pago, en vez de tener una discusión de las ideas en plenarios predeterminados", dice De Falco por lo alto. Cuentan que, por lo bajo, asegura que sus pares pretenden que el "presidente sea un muñeco de torta".
"Estos tipos ya me tienen cansado con sus barbaridades." Es el comentario que habría hecho el abogado en su entorno antes de emitir el escrito retrucando la acción legal impulsada por los opositores con el patrocinio del constitucionalista Antonio María Hernández.
Es más, en dicho documento el presidente del Tribunal indica que "desconoce la acción" que presentaron ya que "le ocultaron los fundamentos".
Las relaciones entre los dos tribunos de la oposición y el oficialismo parece no tener vuelta de página.
Es un engranaje que no ha podido aceitar el intendente ni su equipo.
Los miembros del órgano de control encuentran una minúscula fisura y allí filtran el fósforo y encienden la mecha.
En los últimos cuatro años han sido numerosos los rechazos a órdenes de pago y han obligado al titular del Ejecutivo a asumir obligaciones sin el respaldo del Tribunal.
En los últimos días, otro capítulo incomodó a algunos integrantes del equipo oficialista y fue el cuestio
namiento a la contratación de una letrada, hija de un funcionario.
A pesar de las presiones recibidas y de las aguas que agitan sus resoluciones, Naselli y Maristany no parecen dispuestos a bajar los brazos.
"Nosotros hacemos nuestro trabajo, cumplimos la función como debe ser cumplida", indican a quien quiera escucharlos.
La llegada de De Falco al Tribunal creó, en el Gobierno, una expectativa de diálogo.
Por ahora, no hay señales positivas y De Falco lo expresa en su escrito en el siguiente párrafo:
"Desde que asumió las funciones el nuevo presidente los señores vocales de la minoría se niegan a cumplir la ordenanza (objeto de la presentación judicial). Ello si bien no trae consecuencias graves para el funcionamiento del Tribunal, ya que el mismo trabaja normalmente, de hecho se han aprobado desde enero al presente dos mil órdenes de pago y dictado casi sesenta resoluciones, impide que se tenga una mejor calidad democrática y de transparencia de las opiniones, al no dar a conocer, en plenario, como debería ser el sentir y fundamento de cada uno de los vocales, lo que mejoraría y permitiría una discusión sana y madura para el perfeccionado del Tribunal de Cuentas."
¿Puede existir una discusión sana y madura entre posiciones tan distantes?.
Es difícil. En gran porcentaje el acercamiento depende de la madurez del oficialismo para actuar con humildad y convocar a un diálogo sin condicionamientos.