Señor director:
Recordamos que el Dr. Bernard Narhanson (foto), llamado e “rey del aborto”, planeó, junto con los principales promotores de esta práctica ilegal, un juicio mentiroso e inexistente, como después lo reconoció él mismo y muchos arrepentidos.
Un caso de violación que llegó a la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos (Roe vs. Wade), el 22 de enero de 1973, en una reñida votación de sus miembros, que salió favorable al derecho de aborto legal, en nombre de la libertad de elección que tiene cualquier mujer (pro choice).
Desde entonces, los médicos aborteros se lanzaron a la caza de vidas humanas en gestación, inocentes e indefensas, aplicándole a estos seres indefensos la pena de muerte, según propone la internacional de la industria del aborto al que han adherido numerosos políticos, legisladores y educadores, junto a numerosos militantes, partidarios y socios de tales corporaciones responsables de tenernos en el ojo de la tormenta, por lo que puede llegar a venir por sus luchas de poder.
Habiéndose observado que el porcentaje de norteamericanos muertos por el aborto legal era mayor al de los norteamericanos muertos en las guerras de la Independencia, la de Secesión, la Primera y Segunda Guerras Mundiales y las guerras de Corea, Vietnam, Iraq y otras.
Y a partir del descubrimiento que hiciera gracias a las ecografías, al reconocer que lo que él había estado matando eran seres humanos en gestación, se dedicó a escribir infinidad de artículos, dando conferencias por todas partes y guiones de cine, entre ellos “El grito silencioso”, que hizo tambalear a más de uno, con lo que contribuyó providencialmente a salvar miles de vidas que, de no haber sido por su aporte, hubieran concluido en un tacho de basura.
Quien, a partir desde entonces, fue perseguido, censurado y calumniado por todos aquellos enrolados en el mayor de los filicidios, holocaustos y genocidios que es el crimen, asesinato y homicidio del aborto.
Rogamos, para pedir por el Dr. Bernard Narhanson, al recordarle en el primer aniversario de su Pascua, en paz, arrepentido y reconciliado con Dios, ocurrida el 21 de febrero de 2011 en su país, poseyendo varias clínicas abortivas, reconociendo él mismo que había practicado 5.000 abortos, entre ellos el de su propio hijo y ganado fortunas, definiéndose como “un judío ateo que nunca me interesó ninguna religión, ni siquiera la de mis ancestros”.
Oramos, a fin de tener presente que formó y creó asociaciones pro aborto, haciendo lobby en el Parlamento, en la Casa Blanca y en la Corte Suprema de Justicia de su país.
Rogamos, para no olvidar, que luego que concluyera a través de las ecografías que lo que estaba eliminando era un ser humano en gestación, con total honestidad intelectual científica y pública cambió su visión, afirmando: “Como científico, yo no tengo fe, sino que sé y conozco que la vida humana comienza en su concepción.”
Enrique Cheli Pedraza
Educador
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