Un día, un alumno del músico Pablo Chudnovsky, del dúo Quitapenas, le confesó: “Me gustaría componer una canción”. Entusiasmado por el pedido, Pablo le contestó: “¿Cómo te la imaginás? ¿De qué hablaría? ¿Te sale tarareármela un poco?”.
Tras un par de ensayos y errores, ubicando los acordes correspondientes y esgrimiendo la letra en su lugar, el alumno (Carlos, de 62 años), terminó de armar “Mi madre me dio la vida”.
A esa canción, pasadas las clases, le sucedieron tres más mediante el mismo mecanismo. Dado que la experiencia resultó fructífera, Pablo decidió cristalizar, junto a la profesora Daniela Olaguibe con quien forma el mencionado dúo, un anhelo que lo perseguía desde hace tiempo: crear una academia de música. Así nació Azuka, que se ha instalado en calle Entre Ríos 1175, dentro del casco céntrico. “Nuestra intención es que el alumno cree a partir de una comunicación con el profesor. Nosotros charlamos con él, hablamos sobre lo que quiere expresar, la duración de la canción, su forma y de la música que se imagina. Somos como una guía”, completa Pablo.
Por supuesto, aclara, que aquel iniciado en las artes musicales contará con clases -grupales- desde cero, para cada instrumento. Los profesores a cargo serán en su mayoría jóvenes estudiantes avanzados de la carrera de Música de la UNVM como el propio Pablo: Matías Luna (saxo y armónica), Leonel Stagni (guitarra eléctrica), Benjamín Santillán (piano), Jeremías Gutiérrez (batería y percusión), Matías Sánchez (bajo), Daniela Olaguibe (canto y comedia musical), Chudnovksy (guitarra clásica) y Daniela y Pablo (coros).
“La idea es no quedarse sólo con la formación académica sino combinar con lo que nace y se nutre de la música popular. Por eso enseñamos sobre folclore, jazz, pop y rock. Y también extendemos las edades desde niños (especialmente con la comedia musical) hasta adultos mayores. Por otro lado, creímos conveniente tener horarios fuera a la siesta o por la noche para que puedan venir aquellos que trabajan”, añadió.