Durante años le ganó batallas a la muerte. Sufrió la persecución de la dictadura, padeció encierro y tortura. Pero su fuerza, su amor por la vida y la causa le permitieron desafiar los designios de La Parca hasta hace unas horas.
Ayer, le dijo adiós a las batallas y a las injusticias. Cerró los ojos y encontró, seguramente, la paz.
Nos referimos al reconocido abogado Mario Balderramos. La necrológica dice que murió a los 81 años, sus restos serán velados en Casa Paviotti "B", ubicada en Parajón Ortiz y Catamarca, y recibirán sepultura esta tarde, a las 17, en cementerio parque La Naturaleza.
Detrás de esa crónica final, se esconde una historia de incontables páginas, una historia de encuentros y desencuentros, de alegrías y de profundos dolores.
Desde joven, este letrado que recorrió las calles de la ciudad, conoció la oscuridad de los calabozos por el solo hecho de haberse atrevido a "pensar distinto".
Uno de los tantos capítulos escritos en las páginas negras del país.
Enamorado de la causa marxista, fue dirigente del Partido Comunista en tiempos en que los militares preparaban su embestida, entre las sombras, durante el Gobierno de Arturo Frondizi.
Caído el presidente democrático, en marzo de 1962, el denominado Plan Conintes sacó sus garras para atrapar a las presas, jóvenes idealistas que tenían la osadía de pretender revertir el sistema y defender al proletariado.
Es así que el nombre de Mario Balderramos apareció en una de las crónicas periodísticas de la época.
El 2 de julio de 1962, el periódico "Democracia", de Buenos Aires, tituló "Centenares de presos políticos y gremiales aguardan justicia: siguen alojados con delincuentes comunes".
En la nota se daban a conocer los nombres de más de noventa ciudadanos condenados por los "Tribunales Conintes".
Entre esos presos "detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional" estaba Balderramos.
"Los presos políticos y gremiales son arrojados a cuadros y calabozos donde deben permanecer junto a delincuentes comunes, mientras que los recursos legales que por ellos se interponen son desconocidos o directamente rechazados, pero el pueblo no los olvida", señalaba el diario.
Y así fue. La pesadilla del joven abogado fue compartida con otros villamarienses: José "Lulo" Tais, Dino Calvo y Pancho Aricó.
Fueron tiempos difíciles para esa muchachada dispuesta a defender sus ideales.
Balderramos no tiró la toalla y vivió de acuerdo a sus convicciones. Su profesión de abogado le permitió defender a los trabajadores y seguir luchando desde el puesto que había elegido.

Pasajero de La Perla

Pero la pesadilla no terminó con su liberación en el año 1962.
Años después llegó la dictadura de 1976. Y, nuevamente, el abogado conoció la faz oscura del régimen que tanto condenaba.
Fue un pasajero del centro clandestino La Perla. Ni la tortura ni el terror pudieron arrebatarle sus ideales.
Toda lucha por una causa justa lo encontró de pie, mientras su salud y los años se lo permitieron.
Ayer, dejó que la vida se le escapara entre las hojas del otoño villamariense. Poco importa, su nombre seguirá revoloteando en cada pájaro libre, en cada joven esperanzado, en cada trabajador.
Su nombre jamás podrá ser borrado de las páginas de la Historia.
Y quizás, en algún punto del Universo podremos verlo virtualmente, alguna vez, discutiendo profundamente la política con Lulo Tais y Bernardino Calvo.

N.M.