|
|
|
|
|
|
|
Rinaudo, de Libertad, consuela a Rosales mientras Hernández mira el piso en silencio. Alumni fue goleado y no le queda otra que alcanzar a Unión en los últimos tres partidos |
|
|
|
|
|
Escribe:
Juan Manuel Gorno
Como un desenlace dramático de una película con final de suspenso, Alumni encontró el miércoles por la noche, en Plaza Ocampo, su escena más angustiante, esa que el público tal vez nunca se imaginó ver, aunque lo presagiaba.
La derrota por goleada (4-1) ante Libertad de Sunchales, profundizó la crisis que atraviesa el club en varios frentes y lo dejó con un pie sobre el abismo, algo con lo que Alumni coqueteó bastante en los últimos tiempos.
El fútbol profesional, lugar donde el elenco villamariense se ha transformado en equilibrista, no suele ser demasiado permisivo con los que se equivocan seguido, sobre todo si esos erráticos clubes no forman parte de la elite de los “populares” o “grandes del interior”, que encuentran un plus en la variedad de propuestas, en el apoyo de varios políticos y hasta en la mirada controlante de sus hinchas.
Alumni, vale sostenerlo, se ha equivocado mucho desde hace tiempo, entonces todo el dolor de cabeza que dejó la caída del miércoles es consecuencia de ese cúmulo de errores.
El desorden del equipo en la cancha, donde se vieron flancos que los rivales capitalizaron para ganar, no dista mucho de lo que se percibe en el seno institucional.
Un plantel con internas incurables que llevan a la desinteligencia en la cancha y hasta la falta de respeto hacia el técnico (trascendió que uno insultó a “Pistola” Vázquez porque no lo puso) forma parte del resultado negativo que no se ve, por el desgaste padecido por aquellos que casi nunca pudieron cobrar al día.
La Unidad de Gestión, que asumió a principios de año, hace peripecias para achicar la deuda, pero sabe que los tiempos corren y lo que no se hizo en un momento de estrategia previa al campeonato, difícilmente se pueda reparar de un golpe. Además, nunca estuvo muy en claro qué era lo nuevo, más allá de la reaparición de Eduardo “Lalo” Rodríguez y la llegada de algunos directivos jóvenes.
En medio de la encrucijada, aparece la falta de certeza institucional en un club donde pasan los meses y la asamblea general es una pelota que se patea alto, fuerte y lejos. Un motivo no menor cuando todos saben que la normalización de la institución es un pedido que hizo el Gobierno de Córdoba para brindar el apoyo que nunca llegó.
Por suerte están aquellos que aportan desinteresadamente, que conocen las dificultades que atraviesa un club de la ciudad para poder intervenir en la tercera categoría del fútbol argentino, mezclado entre grandes como Talleres de Córdoba o San Martín de Tucumán. El tema es que son “los menos”.
Todavía existen en la ciudad -y a veces se ramifican- aquellos que se golpean el pecho de “localismo” mientras ven caer a sus representantes por un tobogán sin fondo. Tipos que llevan “al nene” a las canchas de Buenos Aires, en el momento en que San Francisco se refriega las manos porque su equipo juega contra River.
Los pocos que hoy se animan a trabajar en los clubes de la ciudad y la región, se sorprenden ingratamente cuando ese desinterés por hacer crecer “lo nuestro” en lo deportivo sigue impregnado, como si la Villa María que siempre recibió a los foráneos de todo el país, quedara condenada a la falta de protagonismo propio.
Ante todo esto deben lidiar los que se animen a crecer, aunque en el caso de Alumni, el crecimiento también se ve frustrado por falencias internas. Esas mismas falencias llevaron a conformar planteles de apuro y agrandaron la carencia de un verdadero proyecto futbolístico, sin un estilo de juego programado en todas sus divisiones, como lo hacen aquellos clubes que triunfan en todo el mundo.
Al mismo tiempo, Alumni se ha caracterizado por traer jugadores golondrinas, que pocos motivos tienen para aferrarse a la ciudad y a los colores que defienden.
De todas maneras, no cualquier futbolista se anima a integrar un club que sólo pelea por mantenerse, que paga atrasado y lleva varias temporadas sin encontrar el bienestar interno.
Lo concreto es que, al actual plantel villamariense, no sólo le falta que le abonen poco más de un mes. Le quedan más de 270 minutos en cancha para hacer que todo lo malo del año termine con un final más decoroso. Para ello hay que hacer “un equipo” (no sólo por el armado del técnico), todos despojados de cualquier interés personal y con sumo respeto a la propia vergüenza deportiva que se lleva en la sangre. Sólo así, Alumni podrá lograr el “milagro de la salvación”... Buen título para el final de esta película que, por ahora, sólo muestra las esquirlas que dejó una explosión de errores.
A trabajar
Después de la pálida imagen que dejó el miércoles, Alumni volvió ayer a trabajar liviano y hoy retomará las prácticas normales, antes de viajar a Salta, donde el domingo, a las 17.30, visitará a Central Norte de Salta.
El plantel se reunió para hacer tareas regenerativas por la mañana, mientras el técnico José Manuel Vázquez comenzó a pensar en la formación que presentará en la provincia norteña, donde Alumni nunca pudo sumar hasta el momento.
“Pistola” no podrá contar con el defensor Maximiliano Rosales, quien llegó a las cinco amonestaciones y deberá cumplir con una fecha de suspensión. Además, tampoco tendrá a disposición al mediocampista Sergio Zanabria (lesionado).
Quien estaría en condiciones de regresar es Federico Silvestre, otro volante central que arrastraba una lesión y, al parecer, llegaría en condiciones al domingo.
Alumni está en zona de descenso directo y necesita alcanzar a Unión de Sunchales (con tres unidades arriba), que tiene un partido más y el domingo visita a Tiro Federal, de Rosario.
Otras notas de la seccion Deportes
El peor Agosto de su vida
Argentino, campeón
Jockey no pudo con Athletic
Otra victoria del "Sanmar"
Villa María, subcampeón
|