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1 de Abril de 2012
Transitando los caminos de la historia - Nota 286
Dolores de Malvinas: solidaridad que nunca llegó a su destino
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Escribe: Jesús Chirino

Existen dolores que se resisten al paso del tiempo y en algunas fechas se nos hacen nuevos, recientes, apenas paridos, y siguen caminándonos por todo el cuerpo. Algo de esto nos pasa cuando recordamos la guerra de Malvinas a la que fueron nuestros soldados. Si bien una guerra siempre es dolor para todas las partes, ésta tuvo condimentos especiales que la hicieron terriblemente atroz. La iniciaron usurpadores del poder. Los mismos que por años usaron la palabra guerra para mentir la tortura, el robo, el asesinato, la apropiación de niños y quién sabe cuántas atrocidades más. Cuando parecía que ya no quedaba horror posible para agregar, se montaron en la sentida reivindicación de la soberanía argentina en Las Malvinas. Lo hicieron desde la fría especulación que les hizo suponer que podían jugar una carta ganadora para prolongar ese tiempo que se le acababa al Gobierno dictatorial. En parte el cálculo fue acertado y no pocos aplausos endulzaron los oídos del general Leopoldo Fortunato Galtieri cuando se dio la noticia de la ocupación de las islas. Envalentonado por el vitoreo que apagó los gritos de repudio a la política de hambre de este dictador y su ministro de economía Roberto Alemann prosiguió con la acción que nos llevaría hasta la guerra. Poco días antes del 2 de abril de 1982 ese repudio había tenido un punto de gran tensión en la manifestación popular que fue reprimida en las calles de la ciudad de Buenos Aires.

La dictadura, con gran ayuda de parte de los medios de comunicación, intentó difundir la idea de que era un gobierno defensor de lo nacional. Una burda mentira pues mientras en Inglaterra el mismo 2 de abril, fecha en que las Fuerzas Armadas Argentinas ocuparon las islas, bloquearon las cuentas cuyos titulares eran argentinos, en nuestro país nada se hizo con la gran cantidad de bienes que los de aquella nacionalidad poseían aquí. El 3 de abril la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thacher anunció que una gran fuerza militar vendría a pelear en Atlántico Sur. Aunque muchos no lo querían ver, la guerra se acercaba. La participación de los jóvenes conscriptos, la censura que no permitía publicar opiniones en contra de la guerra, la actividad de apoyo de los medios de comunicación y la posición de no pocos políticos aprobando la medida, hizo que se organizaran diferentes campañas para juntar elementos y remitirlos a los soldados apostados en el sur argentino. Algunos de los organizadores de esas colectas actuaron desde la más franca solidaridad con los soldados, otros venían apoyando de diversas maneras el Gobierno dictatorial y esa era una manera más de acercarse al calor del poder de turno.

En Villa María también se desarrollaron campañas para juntar elementos que deberían haber llegado a manos de los soldados. Con el tiempo se descubriría que la corrupción de los poderosos de turno había hecho que esas cosas no sólo no llegarán a su destino sino algunas se comercializaban.

En nuestra ciudad hubo quienes donaron días de trabajo. El municipio hizo su aporte al Fondo Patriótico Malvinas Argentinas, varios comercios entregaron elementos que eran acumulados en la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos. Para el 20 de abril, según las autoridades locales del Banco Nación, el aporte local al Fondo Patriótico llegaba cerca de los diez millones de pesos. Este fondo tenía como objetivo ayudar a “enfrentar los gastos de la acción militar en las islas”. También se recogieron cantidades significativas de otros elementos, como bufandas, chocolates, elementos de oro, gasas, etcétera. Manuel Solanet entonces secretario de Hacienda de la Nación, que manejó las finanzas de la guerra, supo declarar que en todo el país se habían recolectado 54 millones de dólares. En el año 2005 el mismo Solanet, que había sido el número dos del Ministerio a cargo de Alemann, declaró al periodista Pablo Calvo del diario Clarín que “…hubo un registro y una cuidadosa contabilidad de todas las donaciones recibidas y un detalle de los destinos del dinero: los tres comandos militares y la gobernación de Malvinas. Ahora, cómo lo gastaron las Fuerzas Armadas es una contabilidad que yo no he visto, aunque lo deben tener registrado". Es decir que el responsable de las cuentas no sabe qué se hizo con el dinero. En 1984, Renato Vaschetti, empresario rosarino, logró que la justicia le retornara tres kilos de oro que había donado. La restitución se originó en el reclamo que realizó este hombre sobre la base de “los inciertos destinos” que tuvieron las donaciones. La desidia y la corrupción levantaron una barrera infranqueable que hizo que poco de aquello donado llegara a los valientes soldados que estaban en el frente de batalla.

Para el 31 de mayo de 1982 el diario local Noticias publicó una nota cuyo título decía “Misiva de Galtieri a empresario local”. Se refería a la respuesta del dictador ante el gesto que había tenido un empresario local de “Confecciones Villa María”, Daniel L. Ramos, quien ofreció confeccionar uniformes a los que combatían en las islas. Entre otras cosas, la nota de Galtieri decía “con emoción de argentino he recibido el mensaje de solidaridad que me hiciera llegar, ante la gesta de recuperación de nuestras Islas Malvinas para el Patrimonio Nacional. Al hacerle saber que su patriótico ofrecimiento fue canalizado por el Estado Mayor Conjunto, quien propiciará y le hará conocer las directivas correspondientes, le reitero mi profundo sentimiento de gratitud”. En Villa María se apeló al remate de obras de artes, venta de ganado y otras estrategias para juntar dinero para el Fondo Patriótico. Con la participación de los centros vecinales se organizó una campaña de venta de bonos de contribución. Integraban la comisión de esta venta Juan Bertazza, Héctor Cavagliato, Francisco Lofino, Elvio Omar Toscano y Enrique Baker.

Con el tiempo se iría sabiendo que muchas cosas donadas quedaron tiradas, otras se vendieron. También se fueron iniciando causas judiciales que plantean las torturas a los soldados argentinos por parte de sus superiores. Si la guerra siempre es dolor para todas las partes, la de las Malvinas mostró el heroísmo de los jóvenes soldados y la miseria de los jefes de la dictadura. Será por eso que cada vez que llegan esas fechas especiales relacionadas con esta guerra el dolor vuelve a renovarse en muchos argentinos. Rendimos honores a los héroes que cerraron sus ojos allá en el sur y a los que regresaron. Pero no podemos olvidar los que mandaron en esa guerra y el comportamiento que tuvieron en ella desde antes que se iniciara.

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