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Raúl Alfonsín conversa con Carlos Gagliano en el comité radical, durante una de sus visitas a Villa María en la década del ‘90 |
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Carlos Gagliano abrazó la causa de millones de personas que en 1983 vieron en Raúl Alfonsín un pasaporte a la democracia y a la paz después de los oscuros años de la dictadura.
A tres años de la muerte del líder del radicalismo, invitamos al dirigente y actual concejal a compartir y hablar de “viejos y nuevos” tiempos.
Sobre la mesa fue arrojada la consigna: el país de 1983 y el país de 2012. La respuesta llegó rápidamente.
“La transición de la dictadura a la democracia, en ese contexto nacional e internacional, fue una de las más difíciles de la historia argentina.
En lo moral, debemos remarcar las secuelas que dejó la dictadura con su herida abierta por los desaparecidos y la expectativa que generó la democracia para hacer justicia con un poder militar todavía fuerte y reacio al poder civil.
Hay que destacar el trabajo que hizo la Conadep y la Justicia Federal con el juicio y condena a las cúpulas (de la Junta militar).
Si bien no fue todo lo que se quería, fue un paso que no tuvo precedente. Muchos lo compararon con Nüremberg, pero fue diferente, allí se juzgó a los líderes de un país devastado y fragmentado.
Aquí había que juzgar a militares con sus colegas en actividad. A pesar del desprestigio que tenían, había poder...”
Otro problema azotaba al país en ese momento y Gagliano lo subraya.
“En lo económico, un incremento excepcional de la deuda externa. De siete mil millones de dólares que dejó el Gobierno de Isabel (Perón), pasó a 47 mil millones. Alfonsín gobernó en un contexto muy desfavorable para la Argentina, las políticas neoliberales de Reagan y Thatcher marcaban un momento muy adverso.”
Hoy, la situación es diferente.
“A 29 años, la democracia está consolidada, se avanzó en juicio a otros responsables de la dictadura y el contexto en lo económico ha sido favorable para Argentina.
La única política de Estado sostenida que ha tenido el país es la defensa de la democracia.
Tenemos un déficit en generar políticas de Estado en otras áreas, para tener un país previsible.
Hoy estamos rediscutiendo todo, el transporte, la salud, la educación, las relaciones internacionales...
Creo que deberíamos haber definido lineamientos con anterioridad.”
La desaparición de Alfonsín dejó sin liderazgos fuertes al radicalismo...
“El radicalismo ha sido un movimiento político con una concepción de partido cuyos valores permanecen intactos.
Pero, siempre ha sido un partido que ha generado liderazgos en los momentos importantes: Alem, Yrigoyen, Alvear, Balbín, Illia, Sabattini, Alfonsín.
Cuando los liderazgos no están claros, el conjunto de la dirigencia debe suplir esa ausencia y a veces hay dificultades.
No obstante, más allá de los avatares electorales, algo debe tener el radicalismo que mantiene su vigencia a 120 años de su fundación.
Creo que los dos movimientos populares (peronismo y radicalismo) con características y génesis distintas son la nutriente de la política argentina.”
¿Y...cuál es su visión sobre el radicalismo local?
“Está en una etapa de debate, de análisis, de encontrar el camino que lo dinamice al partido.
Es un proceso lento pero hay una decisión de la mayoría de generar un espacio de formación de dirigentes con un concepto más pluralista.
Hay que motivar a los jóvenes para que se acerquen a la política, la política ha perdido prestigio y la única manera de prestigiarla es con el ejemplo.
Es más fácil hablar de las virtudes de los grandes hombres que imitarlos. El desafío es imitarlos y en la medida en que lo hagamos vamos a represtigiar la política.”
¿Qué diferencia encuentra entre la juventud de 1983 y la actual?
“La juventud de 1983 estaba sedienta de participación, paz, progreso, igualdad, de democracia como única forma de gobierno. ‘Somos la vida, somos la paz’ . Hoy, la democracia está garantizada y los jóvenes son hijos de la democracia, pero no podemos dejar que se pierda la memoria de lo que fue la lucha para recuperarla.
Veo la juventud actual, en su mayoría, más preocupada por su formación personal, hay menos convocatoria a la militancia.
Hay más jóvenes rentados en la política que la militancia desde el llano. Sí, se observa mucha militancia social.”
El recuerdo de Raúl Alfonsín estuvo en cada momento de la charla con Carlos Gagliano.
“Alfonsín era muy puntilloso en el horario, se molestaba cuando la gente tenía que esperar. Era sumamente estricto con la redacción de documentos, la puntuación, la palabra justa...”
El ex presidente ya tiene una calle con su nombre en la ciudad (bulevar Argentino). “Es un acto de estricta justicia. Es merecedor de la designación y de mucho más.”
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