La magíster en Drogadependencia, Laura Santolín, psicóloga e integrante del Equipo Técnico de Asistencia Judicial, realizó una investigación en la ciudad de Oliva, en el año 2010, con el objetivo de indagar la asociación entre consumo de alcohol y tolerancia social en adolescentes de 12 a 17 años escolarizados.
Se realizaron encuestas a 386 estudiantes, sobre un universo total de 1.195 alumnos.
El resultado fue alarmante: un 96% de los chicos asume haber consumido alcohol y el 52% indicó que lo hizo entre los 14 y 15 años.
Otro dato que arrojó la investigación es que un 75,1% de la muestra consume alcohol habitualmente.
La especialista indicó que “la tolerancia social tiene relación con el aumento de consumo y descenso en la edad de iniciación”.
Destaca que el consumo de alcohol es un hábito que no esta problematizado y se incorporó como parte de la etapa de crecimiento del adolescente, “en una sociedad en la que la conducta del consumo o abuso está aceptada”.
“El beber funciona como una moda, propia de la subcultura juvenil, pero que además está normalizada por la sociedad que no considera al alcohol una droga”, indicó.
Una encuesta realizada por el Sedronar, en el año 2001, alertaba ya en ese entonces sobre cambios en el consumo de alcohol en adolescentes, que pasaba de ser ocasional a semanal con el aumento de la edad.
La segunda encuesta, desarrollada en 2005, muestra un mayor consumo de alcohol en menores de 12 a 15 años, con edad de inicio a los 13.
¿Hay drogas blandas?
Si bien el consumo de psicoactivos no está aceptado -generalmente- en la sociedad, la tolerancia frente al consumo abusivo de alcohol parece estar basado en una concepción que tolera a alguna sustancia.
En ese marco, Santolín indicó que si bien hay varias clasificaciones de drogas, se está incorporando el concepto de que hay "duras" y "blandas". “En el marco de estas últimas estaría encuadrado el alcohol, aunque si se confeccionara una clasificación en las que las drogas fueran incluidas por la participación que tienen en los accidentes, muertes y episodios de violencia, esta sustancia dejaría de ser ‘blanda’ para transformarse en ‘peligrosa’ o ‘dura’", indicó la especialista.
Santolín explica que el alcohol “es una sustancia tóxica para el organismo y es la droga de mayor consumo en todo el mundo. Tiene una acción depresora sobre el Sistema Nervioso Central que afecta las funciones cerebrales superiores, responsables de la conducta y el control personal, perteneciendo a la clase de tranquilizantes menores y analgésicos generales”.
Dijo además que es considerado “barbitúrico por sus efectos hipnóticos/sedantes y por su acción inductora del sueño que puede llegar al coma. Su efecto en el cerebro es bifásico. Por un lado, a dosis bajas produce una estimulación conductual donde el sujeto experimenta euforia y agilización de la palabra y de la acción”, concluyó.
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