Escribe:
Pepo Garay
- Especial para EL DIARIO
La avenida Edén anda tranquila. Tiene las mesas en la vereda y gente que se pasea sin prisa. Los cafés, los negocios de recuerdos y alfajores, hablan del carácter turístico del terreno. De fondo, las montañas explican tal condición.
El paseo por el centro de La Falda es un clásico, un infaltable que siempre atrae. En realidad, todo en el municipio del Valle de Punilla cautiva. Porque tiene ese ambiente serrano que tanto nos gusta, y unos alrededores que son todo un espectáculo. Desde la urbanidad olfateamos el afuera, de laderas impecables, de agua, de robles y cipreses. Nos vamos por ahí, a impregnarnos de eso.
Hacia el oeste
La primera parada la configura el Balneario Siete Cascadas. A unos 5 kilómetros de la ciudad, se presenta como una joya regional. El complejo debe su nombre a los siete saltos de agua que lo bañan y embellecen, hijos del río Grande de Punilla. Cuenta con todos los servicios, piscinas y hasta toboganes acuáticos. Para aprovechar las delicias del chapuzón antes de la llegada del invierno. Pegado, el dique La Falda hace frenar a todo el mundo, con su silueta adornada de verdes colinas. Veinte hectáreas para disfrutar de deportes náuticos, la pesca (con pejerreyes y carpas como invitados de honor), el nadar o la simple contemplación.
Continuando hacia el oeste y tras 20 kilómetros de camino de ripio, surge la cascada de Olaen. Por su ubicación y maneras, el pequeño balneario despierta sensación de soledad y redención. Tres saltos de agua, mucha piedra, y mucha paz. La Capilla de Santa Bárbara, vecina del lugar, da una muestra de los aires religiosos del área rural.
Mayores certezas al respecto se obtienen en la visita a La estancia jesuítica de La Candelaria. Patrimonio de la Humanidad, es una de las seis estancias construidas por la Compañía de Jesús en nuestra provincia. Fue levantada en el año 1687, y desde entonces se la considera un tesoro cordobés. Para llegar hasta allí, hace falta proseguir rumbo al oeste, atravesar el río Pintos y la misma Pampa de Olaen. A 50 y pocos de kilómetros de La Falda, la nada del rededor sabe a mística.
El hotel y los circuitos
Regresamos a La Falda para caminar nuevamente por la avenida y arribar al hotel que le da nombre: El Edén. Icono máximo del municipio, por ser el puntal que le marcó los cimientos allá por 1897. A partir de entonces, se convertiría en un referente a nivel nacional, categoría que lo llevó a hospedar personalidades de la talla de Albert Einstein, Julio Roca y el poeta Rubén Darío, entre muchas otras. Su desgastada figura, aún hoy refleja aquellas épocas doradas.
Desde El Edén, en el extremo este de la urbanización, parten varios recorridos que llevan al viajero a internarse en la montaña. En ese sentido, presentan dificultades mínimas los conocidos como El Golfito, Los Patos, Bella Vista y el Camino El Dragón. Un poco más exigentes son el Camino al Cuadrado (tres horas de ida y vuelta hasta el “Primer Balcón”) y el Camino La Banderita (asciende hasta los 1.450 metros de altura, cuatro horas de ida y vuelta). Ambos regalan panorámicas privilegiadas del valle y allende.
Paisajes sagrados, paisajes que le dan a La Falda su encanto inobjetable.
Otras notas de la seccion El Diario Viajero
Una alternativa a Puerto Madryn
Lo árido y lo verde haciendo magia
Mortadela estaba el mar
La gran maravilla de Oceanía
Ver, sentir y admirar
|