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Gran cantidad de feligreses locales se sumó a cada uno de los eventos programados en el marco del festejo de la Semana Santa |
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Unas Pascuas muy especiales
Querido amigo:
En estos días tan especiales, como la Semana Santa, quiero aprovechar para saludarte.
Muchas veces es difícil reconocer y descubrir el significado de este tiempo.
Quizás para muchos de nosotros, jóvenes, estos días no han sido más que otro fin de semana largo, momento oportuno para reencontrarnos con el amigo/a o bien descansar del trajín de este mes de clases o disfrutar a pleno de nuestra familia.
Quiero aprovechar para brindarte, en esta pequeña carta, otro motivo para el fin de semana largo.
Hace muchísimos años un solo hombre cambió la historia de la humanidad, vino a implantar en la sociedad una forma distinta de vida, liberó a mucha gente de su enfermedad y de la esclavitud de su pecado.
Su vida fue motivo de pensar para muchos porque no sólo vivía en paz, humildad, comprensión y amor, sino que predicaba todo eso y El mismo era todo eso y mucho más.
Pero había gente como hoy, a la que no le interesaba nada, que no supo ver quién realmente era, que ejerció presión sobre las autoridades y lo mandaron a crucificar.
Esa persona, Jesús, debía sufrir, morir y resucitar para salvar a toda la humanidad.
Este fin de semana largo, tiempo de descanso y reencuentro, es también el tiempo en que volvemos a recordar aquello que sucedió algún día.
¿Sabés? Fue tan grande su amor, tan inmenso, que aun sin conocerte se entregó a la muerte por vos, para salvarte...
¿De qué? De aquello que nos ata; el odio, el egoísmo, la falsedad, la mentira, la falta de amor, esas cosas que hoy por hoy también son esclavitudes.
Por eso, querido amigo, hubiera deseado, no que te pongas a rezar todo tu fin de semana largo, sino simplemente que mires a aquel hombre crucificado, sin poder mover las manos ni los pies, con el costado herido derramando sangre de su corazón y no te quedes con una mera imagen, sentilo en tu pecho y pensá que El necesita de tus manos, de tus pies, de tu corazón para sentir, de tu mente para pensar, de todo tu ser para vencer aquellas cosas que hoy atan a la sociedad.
Y cuando creas que esa imagen te estremeció y que estás dispuesto a darle una respuesta, decí junto a El: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” y morí junto a él al hombre viejo y verás como resucitarás siendo un hombre nuevo.
Que María, la madre de aquel hombre, te ayude a dar cada día respuestas concretas al que dio la vida por vos. Felices Pascuas.
Comisión de Archivo
Catedral Villa María
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