Escribe: Juan Manuel Gorno

Hubo demasiadas noches en las que Alumni dio tristeza a su espectador en Plaza Ocampo. La suma de todos esos finales de desazón dio como resultado la noche de ayer, una noche de resignación, de dolor inmenso por lo que ya parece una sentencia inapelable: el Argentino B está cada vez más cerca y las señales son las peores.
En Domingo de Pascuas el equipo tenía que ganar en casa para salir del infierno, pero ni siquiera le alcanzó con los huevos... Empató 2 a 2 con Gimnasia y Tiro y tendrá que estirar la Semana Santa para ver si llega un enorme milagro el próximo fin de semana, en Rosario. Allí, el elenco Fortinero visitará a Tiro Federal, a quien debe vencer. Pero, al mismo tiempo, necesita que Unión de Sunchales, el penúltimo, pierda de local ante Juventud Antoniana de Salta. Si empata, habrá dos partidos frente a frente entre los que pelean abajo.
Todo dependerá entonces de un cambio profundo de la realidad. Pero quedará por verse.
Lo claro es que, anoche, Alumni se condenó solito, como en tantas oportunidades, porque a los viejos regalos en defensa se sumaron esta vez el nerviosismo y la desesperación por seguir con vida en el Argentino A.
Encima, Gimnasia y Tiro, conducido por el técnico que armó el actual plantel de Alumni (Víctor Riggio) fue un rival complicado que jugó el partido con la garra típica de los salteños y una dosis de desequilibrio arriba que le aportó el habilidoso Marcos Navarro.
Esto se verificó de arranque, cuando el visitante exhibió su mejor versión.
A los 10 minutos, Navarro provocó un tiro libre en la puerta del área y Esteban Gill casi la emboca con un remate que pasó la barrera y se perdió cerca del palo derecho del arco de Sebastián Hernández. Y un minuto después, Navarro dio un pase en cortada perfecto para el ingreso de Ivo Chávez, quien vio el claro y clavó el 1-0 con disparo al primer palo del portero.
El gol sorprendió a Alumni, pero no debió ser demasiada sorpresa por lo que hizo Gimnasia hasta el momento. No obstante, el visitante se desinfló tras los 15’ y el local, con ímpetu y un juego vertical, trató de inclinar la balanza hacia el arco de José Valdiviezo.
Por entonces ya se vislumbraba un mal arbitraje, sobre todo cuando el referí Fernando Marconi cobró penal a favor de Alumni, por falta sobre Juan Aimar, pero luego retrocedió la acción porque su asistente le marcó que la pelota había salido de la cancha en la jugada previa de Marcos Godoy.
Pero el propio Godoy tuvo revancha y a los 32’ hizo estallar el estadio cuando -ocho metros afuera del área grande- recibió de espaldas y, de mediavuelta, disparó al ángulo izquierdo de Valdiviezo. Una joya de quien menos se merece descender en este momento.
Alumni estuvo cerca de cambiar la historia antes del cierre de la primera etapa. Pero primero el experimentado arquero de Gimnasia, con un toque de azar, le sacó el gol a Aimar con el taco. Y después Martín Dopazo, habilitado por Aimar, se lo perdió increíblemente, aun luego de eludir al arquero.
José Manuel Vázquez trató de tomar riesgos en el complemento; reacomodó el equipo y le dio más libertad al “Zapallito”, al tiempo que puso bien abierto a Dopazo por la izquierda, sector desde donde este hizo trabajar a Valdiviezo con un tiro más violento que certero.
Dentro de un partido entretenido, respondió Gimnasia con una asistencia milimétrica de Navarro para Villarreal, pero Hernández tapó bien en el mano a mano. En esa jugada, no obstante el equipo del “Tano” Riggio alertaba que podía manejarse bien de contragolpe. Y Alumni penó porque debía jugársela. Por eso “Pistola” dejó tres en el fondo, sacó a Joaquín Lencinas para que entrara Víctor Rena. Y justo el gol de Gimnasia se concretó por el sector del saliente “Gallo”, aunque -vale aclararlo- fue un golazo, en un rapto de inspiración de los volantes visitantes, que toquetearon hasta encontrar el claro en un centro que le permitió a Leonardo Pérez embocarla de primera, a los 20’.
A Pérez “se le escapó la tortuga” en el festejo (provocó a la hinchada local) y vio la roja directa. Entonces, con un hombre más, Alumni acorraló a su rival y lo tuvo a maltraer hasta empatar (cabezazo de Rosales y posterior frentazo goleador de Rena). Antes le habían cometido penal al propio Rena, que el árbitro no cobró, y Valdiviezo debió esforzarse en un par de tiros con peligro.
Después, empujado por su gente, Alumni merodeó el área, se esforzó y hasta terminó con un batallón de delanteros en cancha. Pero fue en vano.
El empate dejó no sólo la tristeza reiterada. Esta vez también plasmó resignación. Algo lógico en un equipo al que cada vez le queda más lejos la letra A en el abecedario del fútbol argentino.

El árbitro
Fernando Marconi no vio un claro penal sobre Rena, un codazo de Rosales a Pérez, un golpe de Reina a Yuong y otras tantas cosas que debieron ser penadas y quedarán en el olvido. Flojo arbitraje.

La figura
Marcos Navarro fue lo más claro de Gimnasia. Asistió perfecto a sus compañeros y fue una pesadilla para el fondo de Alumni. En el local, Marcos Godoy marcó un golazo y fue el abanderado del esfuerzo.