Escribe: Juan Manuel Gorno
Paradoja de Alumni. Su equipo se está por ir al descenso, pero tiene tal vez a uno de los mejores delanteros de la categoría.
Marcos Sebastián Godoy, de él se trata, se retiró el domingo -tras el amargo empate con Gimnasia y Tiro- soltando lágrimas, visiblemente triste, como si realmente la frustración que arrastra en la categoría la formación fortinera le diera en el medio del pecho.
Curioso lo de Alumni. Antes, Carlos Herrera fue goleador del certamen y tuvo que refrendar esos pergaminos jugando la Promoción, para ver si sus goles podían ser más decisivos todavía.
Godoy vivió otra etapa y ni siquiera pudo jugar toda la temporada.
Sin tener la influencia de ahora, en Juventud de San Luis prescindieron de sus servicios y el delantero se vino al club villamariense a principios de año, sabiendo que no llegaba al paraíso. Pero el joven igual trabajó con el profesionalismo requerido, propio de un jugador con hambre de gloria, con ansias de progreso.
Esa actitud le abrió puertas para ingresar en la elite de los goleadores del año. Con la camiseta de Alumni convirtió 11 goles en apenas 10 partidos, goles de cabeza, de derecha, de zurda, de picada, de rebote o de gran jerarquía, como el que se vio el domingo cuando ensayó desde lejos una mediavuelta sensacional para clavar la pelota en el ángulo.
Con sus conquistas, el hincha fortinero soñó en grande. El delantero había dejado de ser el grandote tatuado que sólo entraba en una simple racha.
Sin la velocidad de Claudio Riaño o el pique corto de Sebastián Sáez; sin el oficio de Juan Aróstegui o Gustavo Balvorín, por citar algunos de los goleadores del Argentino A, Godoy exhibió un estilo muy particular que llamó la atención más que nunca en este 2012.
Su forma de poner el cuerpo para cuidar la pelota, afirmándose al piso al mejor estilo Riquelme, sus arranques individuales para desbordar con picardía antes que con rapidez y la manera de relacionarse con otro grandote de ofensiva como Víctor Rena, hicieron de Godoy un atacante más que comprometido con el gol, aunque fueron sus gritos los que dejaron al equipo peleando la permanencia hasta la última fecha.
El futuro inmediato, que se escribirá el próximo fin de semana, en Rosario, dirá si Alumni finalmente pierde la categoría o logra el milagro. Pero más allá del desenlace, si bien los jugadores aparecen siempre como los responsables del resultado deportivo, vale subrayar que Godoy tiene hoy el mundo revés porque hizo los deberes como para ser considerado en un nivel superior y, sin embargo, tiene que padecer en el sótano junto a todos.
Sus lágrimas el domingo emocionaron a muchos. Particularmente él, no se merece la tristeza. Sin su enorme aporte, Alumni hubiese caído en desgracia hace rato.
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