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Ante el público habló de sus 70 años, sus transformaciones y las cirugías realizadas |
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“Si quieres saber cómo pensabas ayer, mira tu cuerpo hoy. Si quieres saber cómo será tu cuerpo mañana, mirá tus pensamientos hoy”.
Con este refrán hindú, Nacha Guevara inscribió uno de los “leitmotiv” de su charla-puesta-presentación desarrollada el viernes pasado, en el Teatro Verdi (cerca de 300 espectadores).
“Cómo hace esta mujer” se trató de una suerte de conferencia abierta en la cual la actriz y cantante se paseó por diferentes tópicos de la consabida y superficial literatura de autoestima, redefinidos por su propia experiencia personal.
Apoyada por una gran pantalla de fondo (que emitía esas típicas imágenes alegóricas que riegan las cadenas de e-mails) y en el marco de un delicada puesta escénica, Nacha “desnudó” sus cualidades y pesares como prueba viviente de que “la felicidad es posible y es ahora”.
Con locuacidad, finura y manejo exquisito de los tiempos y del espacio, instó a desentrañarse de las creencias que “aprisionan la personalidad y la fuerza creadora”, como también a realizar el viaje hacia el “mundo interior”, entre la materialidad y la espiritualidad de la vida diaria. “Ancla la dicha en algo verdadero y genuino. Sé feliz primero y luego evalúa tus necesidades”, añadió.
Por supuesto, sus consejos estuvieron desprovistos de fundamentos teóricos o religiosos; más bien resultaron reflexiones estimulantes y positivas, mechadas por cómplices chistes sobre la menopausia y el cotidiano ajetreo femenino.
Años y cirugías
Ante la ausencia de preguntas del público -que solicitara previamente-, confesó sus cirugías (“lifting, lolas, mentón y botox unas cuantas veces”), que usa peluca y que no practica más sexo. Antes habló de disfrutar sus “setentas”, como lo hiciera en sus 56 (cuando aprendió a cantar con una nueva técnica) o sus 60 años (cuando hizo lo propio al “desaprender” y aprender a escribir). A la hora de recrear su repertorio musical (“Te quiero”, “Estoy aquí” y “Me gusta ser mujer”) deslumbró con su caudal vocal y una elasticidad corporal envidiables. Antes de partir agradeció al intendente -presente en la sala-, el reconocimiento realizado el jueves y acometió un “bluf” al hablar de un programa para los espectadores que nunca fue entregado en puerta. Como no podía ser de otra manera, salió del paso con una amplia sonrisa.
Juan Ramón Seia
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