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Silvestre y Villagra se funden en un abrazo. Alumni le puso el cuerpo y el alma al partido, ganó y zafó del descenso directo |
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Escribe: Juan Manuel Gorno (enviado especial)
Fito Páez supo escribir, hace mucho, en su casa de Rosario, una canción que se inmortalizó por lo motivante de una frase: “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón...”.
Como un preludio de lo que podía suceder con Alumni, ayer se plasmó más que nunca aquella muestra de entereza, de coraje, justo en la misma “Chicago argentina” que acunó al gran cantante.
No todo estaba perdido para el equipo villamariense, que así lo entendió en los 90 minutos ante Tiro Federal, en los cuales logró una gesta memorable: ganó 1-0, causó impacto en Sunchales (donde Unión perdió 3 a 2 con Juventud Antoniana) y sepultó a la parca del descenso directo que se escondía en la previa de la tarde de domingo.
Hubo que sufrir, es cierto, porque el sufrimiento se hizo hermano de Alumni en los últimos años, casi desde que milita en el Argentino A. Pero lo importante fue que el corazón de quienes ayer fueron unos gladiadores de rojo y blanco, estuvo intacto y derrumbó las ilusiones de un rival que también buscaba ganar para seguir con vida en la Fase Reválida de la Zona Norte.
Tanto era el entusiasmo de los rosarinos que comenzaron mejor el juego, llevados por la habilidad de su “diez”, Mauricio Scaglia.
Un tiro de cabeza de Lucas Acevedo, que pasó por arriba del travesaño, ponía al “Fortinero” en alerta, a los 3 minutos.
La encrucijada se centraba en el mediocampo, donde Alumni no podía controlar la pelota porque Juan Aimar y Matías Bolatti se notaban imprecisos y porque Ezequiel Reina se soltaba poco por sorpresa.
Recién sobre los 15’ se desprendió Reina, cuando recibió de Marcos Godoy y le devolvió gentilezas con un centro que el delantero no conectó bien.
El partido, no obstante, careció por entonces de un dominador absoluto y el árbitro Juan Bruno comenzó a tomar protagonismo cuando obvió tres penales que le cometieron a Godoy (dos por agarrones claros cuando recibió de espaldas al arco y otro cuando lo bajaron en la puerta del área, tras un pase milimétrico de Víctor Rena), además de llenar de amarillas a los visitantes.
En el otro arco, Tiro llegó poco, pero tuvo una clara cuando Scaglia, en la puerta del área, envió la pelota cerca de un palo.
A los 37’, Bruno, incoherente, le cobró una falta a Godoy cerca del área por la misma razón que dejó pasar los penales, es decir, por una abrazo de oso del recio central Acevedo. Y Alumni, pese a todo y contra todos, marcó finalmente por la vía de la pelota parada: Bolatti mandó la pelota al área y Federico Silvestre se elevó convencido que la podía mandar al ángulo. Así fue.
Alumni estalló en el festejo y trasladó así toda la presión al resto, que todavía estaba en deuda (hablamos de Tiro en esa cancha y de Unión en Sunchales).
En el equipo rosarino, el técnico David Charles Pérez cambió rápido y mandó a la cancha a Ulises Morant (un criterioso volante) antes del final de la etapa. Sin embargo, se notó demasiado que su equipo ya no es el mismo desde que se fue Leandro Armani, su goleador y su faro, su máximo ídolo.
Pelota que caía sobre el área de Alumni, ya no tenía ese destino de gol que otras veces. Encima, Hernández fue inmenso bajo los tres palos en el segundo tiempo, cuando sus compañeros tomaron recaudos en el fondo, pero sin dejar de atacar, sobre todo tras el ingreso de Martín Dopazo.
Rena, dos veces, no supo terminar bien sus avances en el arranque de la etapa complementaria. Y luego Bolatti, en una jugada confusa (el arquero Cárdenas debió irse expulsado por jugada de último recurso, pero el árbitro “jugó al siga siga”), se lo perdió con remate desviado, en la puerta del área.
Esa falta de liquidación del partido por parte de Alumni casi termina mal porque el local, a los 6’, reventó el travesaño con un remate de Scaglia.
De ahí en más, el partido tuvo vaivenes. Rena no llegó a conectar un pase de Godoy y después Bolatti, tras jugada de contragolpe del propio Godoy, dio la pelota en el palo.
Pero los postes siguieron negando goles, más que nada en una jugada fortuita donde Morales desbordó por derecha y envió el centro que rebotó en Rosales, dio en el parante y se fue al córner.
En lo demás, Hernández controló todo y frente suyo tuvo a verdaderos guapos que se bancaron embestidas, como el pibe Juan Salort (el mote de “Juancito” puede quedar archivado), el “Pulga” Villagra, el propio Rosales y compañía, quienes se abroquelaron en el área para despejar todo, a cualquier parte, esperando la hora de la salvación.
El árbitro adicionó cinco minutos, pero la hora esperada llegó, justo mientras las noticias desde Sunchales daban cuenta de una caída abrupta de Unión. Así la fiesta fue completa.
Lejos habían quedado los pronósticos sobre un descenso directo. Esos jugadores de Alumni, con lágrimas en los ojos, pasaban a convertirse en verdaderos héroes de Promoción.
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