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Liliana Costabello. En la otra foto, niños y jóvenes en busca de oportunidades, hallan en la copa de leche un lugar donde encontrarlas |
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Hasta hace poco eran unos 35 a 40 chicos los que asistían a la copa de leche. Hoy, son más de 50. “Es que acá es un termómetro de la situación que se vive. La mayoría de los papás son trabajadores, pero se sabe que hubo aumentos de precios y no es fácil, no sólo alimentar a los hijos, sino comprarle todo lo que necesitan como ropa y útiles para la escuela”, dijo Liliana Costabello, del barrio Las Playas, una vecina modelo de solidaridad.
Ella llama a cada uno por su nombre. Al llegar, una de las mayorcitas, que esperaba desde antes del horario, le pide el privilegiado puesto de repartir fruta. “Les gusta especialmente esa tarea”, explica.
Mientras las mamás cortan el pan, las chicas distribuyen las facturas y los mayores traen la leche, los de más corta edad se van acomodando en las mesas del comedor, ubicado en una propiedad cedida por el Obispado.
Todo es a pulmón. Los comercios del barrio y los vecinos hacen su aporte desinteresado para conseguir lo necesario para esa merienda solidaria.
“Esto no es sólo dar la leche, porque sería asistencialismo y no es nuestra meta. Acá trabajamos con valores. Por ejemplo, en un trabajo en red con la salita (el Caps) propusimos a los chicos que eligieran un modelo local. Nos encontramos que no tenían modelos de Villa María, porque no lo conocían o porque sus referentes eran de Buenos Aires, por la televisión”, relata.
Así fue que les hicieron conocer a vecinos, dirigentes, políticos, a personas solidarias y por el más democrático de los sistemas, la votación directa, eligieron a los personajes que más querían. “Votaron en su mayoría a Alicia Peressutti y a Marcelo Dughetti, como autores de libros que tienen mucho que ver con su realidad. Están esperando que vengan un día de éstos a dar una charla sobre esas historias (trata de personas y vivencias de los jóvenes de un barrio). También fue elegido Gustavo Ballas, quien irá también a hablar de su experiencia en la recuperación de adicciones”, relató.
“Son temas que no les resultan ajenos. Nosotros no hacemos juicios de valor, por ejemplo, con el tema de la prostitución que es visto por muchos como un trabajo, lo que sí procuramos es cortar la cadena, que no se repitan las historias”, agregó.
También trabajan en otras actividades, como el taller de computación “con máquinas que todavía funcionan con disketes, pero sirven”, explicó.
La experiencia de ese taller fue tan rica que terminaron de editar un libro titulado “Un puente de cuentos para confesar sueños”, con poemas de los chicos, cuentos adaptados e ilustraciones propias.
También trabajan con títeres, en una murga y hasta tienen una biblioteca propia.
El sistema en el que se desenvuelve la actividad está fundado en la solidaridad y la democracia. “Esto no es una copa de leche nada más. Acá, la opinión de todos, de las mamás, de los chicos, vale. Todos somos respetados y procuramos hacer todo desde el valor de la solidaridad, para que la reproduzcamos en nuestras casas. No es una actividad asistencialista”, reiteró.
“Chapa”
En estos 10 años de trabajo comunitario Liliana Costabello cursó sus estudios en el Inescer y se recibió de trabajadora social. Además, actualmente está cursando la licenciatura y realiza diplomaturas que tienen que ver con la cuestión de género o de problemáticas sociales. “La academia te sirve. Porque por un lado, te abre la cabeza para entender y explicar lo que se vive, lo que vivimos en el barrio. Y por el otro, te da chapa. Cuando vas a hablar con algún funcionario, no te consideran. Si le decís: ‘Soy la trabajadora social’, ya es como que te escuchan.”
Además, es mamá de dos hijas, por lo que confiesa que muchas veces tuvo cuestionamientos. “Pero fundamentalmente me respetan porque saben que es una decisión tomada y, además, también colaboran”, dijo.
Admite que muchas veces se siente cansada, especialmente por la soledad de la actividad. “Viene gente, se suma un tiempo, pero como es un trabajo voluntario, se terminan yendo. Yo lo asumí como un compromiso de vida, con un sector al que yo pertenezco y para que todos puedan tener una oportunidad”, afirmó.
Y si bien no pasa siempre, en muchas oportunidades logra ver resultados. “No te imaginás lo bueno que es ver a chicas y chicos jóvenes, que pasaron todo tipo de problemas y carencias, que hoy estén estudiando en el Inescer una carrera terciaria. Es todo lo que necesitan, una oportunidad y que se respeten sus derechos. En eso se funda nuestro trabajo”, concluyó.
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