Sentado en el templo visitado a diario por los vecinos, José Anselmo Luque, el padre “Pepe”, recibió a este medio para hablar del barrio “o de lo que quieran”.
Recuerda que llegó allí a radicarse después que se jubiló como capellán de Gendarmería y el obispo José Angel Rovai le dijo: “Elegí parroquia”. Y no lo dudó, eligió Las Playas. “Es que éste es un barrio macanudo, me siento como si fuera Gardel acá”, dijo.
Además, destacó que es una comunidad generosa, que aporta al sostenimiento de la iglesia “y que ojalá pronto se convierta en parroquia”, anheló, indicando que actualmente depende de la Parroquia de Luján.
Cuenta con siete centros de catequesis y tiene, entre comuniones y confirmaciones, más de 150 por año.
El cura se define como “un tipo alegre, feliz”, que procura ejercer el sacerdocio transmitiendo esa alegría.
Por eso, en cada lugar que fue dejó su impronta en festivales y ladrillos.
Su paso por Villa Nueva lo vio aportando a la construcción de capillas y viviendas para la gente más necesitada y por supuesto, el recordado “Festival del Vino y la Amistad”.
En Embalse también construyó obras y dejó el “Festival de la Fe y el Folclore”, que recuerda “tenía entrada gratis y venía lo más granado de la música, como el Chaqueño Palavecino o Soledad”, recordó. “Mire si no habrá sido buena la gente de Embalse que hace poco me eligieron el Personaje del Siglo, en una encuesta que hizo la radio de allá”. “Fui un ganador sin usar la fusta”, bromeó, al reseñar que no hubo campañas de por medio y competía con personajes históricos importantes.
Ahora, ya radicado en el barrio donde construyó un departamento (atrás del templo) con el dinero que le ingresa por sus dos jubilaciones, destaca ese espacio “donde en poco tiempo les vamos a pasar el trapito a todas las iglesias de Villa María, porque la gente de acá es laburante, generosa, humilde”.
Luque nació en Las Varillas en 1940 y en diciembre cumplirá 40 años como sacerdote.
Había empezado a estudiar medicina, pero en tercer año, después de hacer el Servicio Militar se decidió por el sacerdocio. “Nadie daba dos mangos por mí, porque me gustaba la joda. Pero te aseguro que soy muy feliz y si volvería a nacer, volvería a ser cura. Yo no escribo libros, ni hago quilombos, ni cuestiono el celibato. ¿Acaso los que lo cuestionan no sabían como era antes de entrar al seminario? Es mentira que la soledad y todo eso. El que tiene vocación, es un cura feliz”, concluyó.

Aportes

Los vecinos que nos quieran acercar sugerencias o aportes de las historias y personajes de su barrio, pueden hacerlo en la sede de EL DIARIO, sito en Periodistas Argentinos 466 o bien escribiendo a ldiario@eldiariocba.com.ar, y en el asunto el nombre del barrio.