Está contento porque sigue teniendo la ilusión entre sus manos.
Feliz porque, quizás, hace muy poquito su mamá cobró un subsidio.
O porque festejó el otorgamiento de una casa en un plan de viviendas a su familia.
O porque su viejo consiguió un laburo nuevo.
O porque cuando sus padres cambiaron el auto, en la concesionaria regalaban esos globitos.
O porque su abuelo del campo pegó una buena cosecha y le va a regalar un viaje en avión.
O simplemente le robó el globo a la madre docente que había participado en una marcha de protesta… porque hoy todos, incluida la oposición y el monstruo multimediático, se pueden expresar y decir “no estoy de acuerdo”. Y cuando se vocifera que “no hay libertad de expresión”, precisamente es porque hay libertad de expresión.
Está contento porque sigue teniendo el arma más importante que un niño puede tener entre sus manos: los sueños intactos y renovados en este tiempo que le toca vivir…
Pablo Rayo
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