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Aquí, Juani con el “Pulga” Villagra en uno de los tantos partidos a los que concurrió |
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Al empezar el partido y después de los primeros minutos pensé: acá nos meten uno. Y después de varias llegadas de ellos sentí que Dios estaba en nuestro arco...
A los 37’ cuando Bolatti patea el tiro libre y la cabecea Silvestre, lo que sentí fue emoción, y se me vinieron miles de cosas a la cabeza. Pero lo primero que dije fue “me voy al club a esperar a los jugadores para alentarlos por todo lo que hicieron” y así lo hice.
Sufrí… sufrí mucho... no veía la hora de que terminara… al finalizar el primer tiempo ya pensaba cuánto iba a adicionar el árbitro en la segunda etapa…era algo que me preguntaba.
Durante el entretiempo, por los nervios, lo único que hacía era tomar agua, agua y más agua; estaba muy nervioso. Cuando empezó el segundo escuché que decían que Alumni estaba más o menos y en los últimos 15 minutos, que era un baile el que nos estaban dando, pero nosotros seguimos aguantando y aguantando. Ahí es cuando pensé que en nuestra área había un Dios que estaba de nuestro lado, era un Dios propio, hincha de Alumni.
Cuando casi acababa el partido me acuerdo que el relator decía: “Terminalo por favor, terminalo, después hacé lo que vos quieras, pero te pido que lo termines…”.
Cuando el árbitro adicionó cuatro minutos, explotó la hinchada pidiendo que lo terminara, que lo terminara por favor, los jugadores también se lo pedían.
Y cuando por fin después de tanto sufrir finalizó el partido me puse a cantar junto con la hinchada que se escuchaba por la radio… “Alumni no se va, no se va, no se va, Alumni no se va…”.
Más tarde, me llamó mi primo que juega en Alumni para avisarme que estaban llegando a Villa María, me fui directamente al club a juntarme con los de la “bandita” para alentar a los jugadores cuando arribaran. Una vez que estaban llegando ellos cantaban y festejaban en el colectivo y nosotros cantábamos “no me arrepiento de este amor aunque me cueste el corazón, llevo la camiseta en la piel como nunca jamás lo imaginé…”.
Cuando bajaron los jugadores se quedaron a cantar y a festejar con nosotros, es más, nos invitaron a comer con ellos en el club. Yo andaba obviamente con la camiseta puesta y tenía otra para que me la firmaran, ahí me la firmaron casi todos los jugadores mientras me saludaban, sentía mucha emoción y una alegría tremenda...
Luego me quedé a comer con el plantel y me sentía como uno más de ellos, estuvimos charlando mucho con los jugadores, más que nada con Víctor Rena, Marcos Godoy, mi primo Diego Villagra y otros más. Fue un domingo inolvidable para mí y para los jugadores. Es algo de lo que nunca me voy a olvidar en mi vida y quedará guardado en mi memoria para siempre…
(Me llamo Juan Ignacio Maldonado, Tengo 18 años y me gustaría estudiar para ser director técnico. Soy fanático de Alumni y quiero agradecer a todos los jugadores por todo lo que han hecho, que sepan que aunque pierdan y ganen yo siempre los voy a seguir).
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