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Waldemar Carranza celebra su gol y Kevin Plaza se suma. Colón despertó a tiempo y sigue en la pelea |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
Con tres goles en los últimos 15 minutos del partido Colón despejó ayer todas las dudas que giraban en torno a su flojo arranque en el Apertura. Batió 3-0 a un sacrificado River, en Arroyo Cabral, y se reacomodó en la tabla como para no perder esa chapa de candidato que ostenta por la riqueza de su plantel.
Esa calidad que posee más allá del 11 titular le permitió al “Rojinegro” cambiar la historia en su cancha, donde River se había convertido en un adversario más que incómodo y el público local parecía agotar su paciencia.
Los cambios que introdujo Leonardo Comba, en principio, despertaron murmullo por la jerarquía de quienes salieron de la cancha, pero luego terminaron por modificar positivamente al equipo hasta que se abrió el partido y se concretó la goleada.
Es que mucho le costó a Colón provocar algo interesante en el partido.
River, ordenado defensivamente y concentrado en cada situación, dejó hasta la última gota de sudor en búsqueda de un resultado a su favor, aunque no pudo sostener esa postura en los instantes finales, cuando Colón acentuó los ataques por intermedio de sus valores más rapiditos y la figura intimidante de Leonardo Sandrone.
Antes que todo, el partido se hizo ordinario, sobre todo en el primer tiempo, cuando el local monopolizó la pelota sin profundidad.
Fue tanto el mérito defensivo de River que no le alcanzó a Colón con la movilidad de Lucas Giménez y la sapiencia de Claudio Grande, piezas claves para conservar la supremacía entre unos y otros.
El local se plantó desde el vamos en el campo contrario y, sin embargo, no provocó situaciones de gol en la primera hora de juego. Sólo Lucas Morre y Matías Rojas probaron desde afuera del área con remates desviados.
A River le quedó lejos el arco contrario, aunque generó una situación a los 26 minutos, de contragolpe y Martín Ledesma eludiendo a Matías Mansi para tirar al gol, pero Daniel Abate Daga, vestido de salvador, sacó la pelota sobre la línea de sentencia.
Colón no pudo imitar algo semejante, ni siquiera cuando Diego Gabetta se la sirvió a Bernardo Chocobares que, solo por el primer palo, le pegó horrible.
En ese contexto, Comba apeló a los cambios rápidamente. A los 38’ sacó a Gabetta (molesto por la decisión se cambió y se fue del estadio) para que ingrese Kevin Plaza.
De todas maneras, Colón recién tuvo cierta reacción con el correr de los minutos en el complemento.
Giménez, quien se convertía en la manija del equipo y se desdoblaba para cubrir su sector, también se fue a los vestuarios por decisión del DT y más tarde quien salió fue Morre, de opaco partido.
La explicación de lo que quiso hacer el técnico la dieron los hombres que ingresaron, ya que José Navarro trató de asociarse con el incesante Grande y Waldemar Carranza (lo mismo que Plaza) fue clave para penetrar el muro que había edificado el Millonario.
No obstante, quien marcó el camino fue Abate Daga, hombre de experiencia en este tipo de partidos “chivos”.
A los 33’, el “Lunguito” trepó por derecha y gestó lo que sus compañeros no podían: un centro para el goleador Sandrone, quien se anticipó a su marcador Claudio Barengo y colocó el 1-0 de cabeza.
A partir de allí se desmoronó River y respiró Colón con fútbol, con velocidad y con dos buenos goles de los pibes que Comba puso desde el banco.
A los 36’ Plaza le devolvió una pared a Carranza y éste la clavó al ángulo. Y a los 40’ Sandrone dio un pase magistral para Chocobares, quien primero perdió el duelo personal con el arquero Jacobo Bachanini, pero corrigió el ataque con un centro al área chica y allí apareció Plaza para decretar la goleada.
Sonrió finalmente Colón, sin brillo, pero con justicia y un golpe refrescante que llegó desde el banco.
La figura
Claudio Grande, el motorcito de la línea de volantes, resultó vital en un Colón que por momentos perdió las marcas en la zona media. También se destacó Kevin Plaza en el complemento.
El árbitro
El cordobés Gabriel Demarchi cobró algunas faltas al revés y se repitió en algunos errores, pero eso no significó que se le fuera el partido de las manos. Cumplió.
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