Escribe: Fernando Movalli
(Especial para EL DIARIO desde Mar del Plata)

Respeto extremo, cordialidad, declaraciones sobrias y…polémicas ausencias. Algo, por lo menos, extraño respecto a otros sorteos y conferencias previas de “definiciones calientes” por la Copa Davis. Y, paradójicamente, a contramano también de todo ese “entorno desorganizativo” vivido en el antes de esta gran final, que incluyó elecciones desacertadas, silencios inocultables, robos a prensa extranjera, erróneos cálculos de capacidades, sospechosos silbidos a “Nalba” en un entrenamiento y hasta “entradas no agotadas” como se preveía. Pero, desde la misma sala del bonito Hotel Provincial pudimos comprobar nomás que “todo” fue solucionado por y con la presencia del gobernador Scioli y aquel comportamiento señalado. Dando paso al necesario análisis técnico del primer choque entre los tocayos y amigos Ferrer y Nalbandian, donde el unquillense es número puesto si este viernes desarrollan sus presentes. Y un single dos español de última y a la medida de puntos cortos para “DelPo” como lo es el zurdo Feliciano López.
Demasiada y peligrosa previsibilidad de triunfo albiceleste ante un equipo rojo de “dudosa parsimonia”, quizás cómodo y agazapado para sorprender al favorito anfitrión y a toda una nación deportiva que hoy por hoy cree ciegamente las mieles de poder levantar la esquiva ensaladera.

@ Una ciudad… siempre feliz

“Mardel” … “Ciudad feliz” … “Marpla” . Denominaciones bohemias para una perla siempre vigente en este punto súper turístico del frío Atlántico. Que percibimos feliz y alborozado, más por su inminente inicio de temporada con reserva extrajera, que por esta enorme final que alberga en su vientre. A pesar de haber procreado a aquel Vilas gigante y hoy casi ignorado por la dirigencia tenística nacional. Coqueta y bullanguera en su centro, playas y paseos, sin disimular ese glamour propio de las grandes urbes que tientan a cada paso la visita de un extranjero siempre ávido de curiosidad y disfrute. Hoy, ya vestida de blanco para recibir con su mejor traje de gala esta primera final por la ensaladera en la historia deportiva del país. Con gigantes pantallas a la vera de sus playas, plaza Mitre y el mismísimo patinódromo. Pero también, con la palpable desazón de sus habitantes que en su inmensa mayoría estarán excluidos de vivirla en el lugar de los hechos. Al igual que muchos medios periodísticos de la costa que mordieron el polvo de la impotencia por no ser acreditados, muy a pesar de “estar en casa”.
Distintas sensaciones en el placentero recorrido de sus neurálgicos puntos de atracción en un atardecer de día jueves ahora menos cálido. Algo frío y nostalgioso, generando esta odiosa e inevitable comparación una vez más con el triste recuerdo de nuestro Orfeo provincial.