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Pedro Rodríguez, villamariense, es demandado por medios capitalinos para hablar sobre el tema de su libro: la infidelidad |
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Escribe
Licenciado Pedro Rodríguez
Afirmar que en una pareja el amor “no es todo”, es saberse luego acreedor de un monton de críticas de empedernidos románticos que definen al amor como algo que todo lo puede y todo lo cura, es decir, una visión absolutista y con nulo margen para el disenso. Sin embargo habría que diferenciar dos conceptos tan íntimamente entrelazados pero que no son lo mismo: amor y deseo.
Parafraseando a un viejo matemático, para que una pareja funcione, el amor es condición necesaria pero no suficiente. Harán falta otros ingredientes, como el respeto, la tolerancia, la confianza y fundamentalmente el deseo.
En los últimos tiempos, el divorcio y la separación vienen ganando terreno, los compromisos afectivos se disuelven como por arte de magia y aquel lejano “sin vos no podré vivir”, se transformó en un “no sé cómo me enganché con vos”.
Si bien las causas de las separaciones son múltiples, hay una que viene ganando terreno, la infidelidad, definida básicamente como la violación de un pacto de exclusividad afectivo-sexual. ¿Por qué se produce la infidelidad? ¿Cuál es el mecanismo que la genera? ¿Mecanismo incontrolable o comodidad del placer? ¿Es posible amar y desear a otra persona? ¿Se debe perdonar una infidelidad?... Innumerables preguntas que respondemos con tanta solvencia en cualquier mesa de café… hasta llegando a afirmar qué es lo que haríamos nosotros si nos llegara a pasar.
Y cuando nos pasa, perdemos la solvencia teórica para internarnos en un escenario sombrío y desconcertante, porque la traición del ser amado es tal vez uno de los dolores que más angustia al engañado, porque lo deja sin respuestas. No es el destino el que te jugó una mala pasada, sino la decisión de alguien en quien vos depositaste la confianza.
A partir de este momento (el de la infidelidad), la pareja recorre un camino marcado por la contradicción, tiempos que no alcanzan, mentiras, manipulación, sometimiento, incertidumbre y fundamentalmente confusión, un camino sinuoso en donde siempre se está al borde del precipicio. Una vez descubierta o confesada la traición, habrá quienes se den un nueva oportunidad para comenzar a reconstruir la pareja con un antecedente bastante peligroso “una vez me fue infiel”. Otros optarán por la separación. Cualquiera sea el camino escogido, la infidelidad deja una marca muy difícil de olvidar.
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