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Cristina Deza, de la UNC |
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Cristina Deza, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Córdoba, titular de la Cátedra de Rumiantes Menores, abordó la experiencia del Congreso Internacional de Ovinos y Caprinos realizado en Venezuela, éste fue uno de los puntos expuestos por la docente universitaria. Deza planteó además sobre “la situación de la Argentina en el contexto mundial y como otros países en vías de desarrollo -los del Caribe, por ejemplo, miran las políticas que se están implementando para la actividad, como son la Ley Ovina y la Ley Caprina, porque contienen el desarrollo de las comunidades más pequeñas y desarrollo de los sistemas emergentes, desde una mirada de cadena de valor, muy necesaria para las economías que no han logrado un dinamismo suficiente, porque (esta producción) permite una distribución más equitativa del ingreso”.
En diálogo con un periodista de EL DIARIO Rural, Deza añadió que en esa exposición “llamó mucho la atención lo que presenté allá, la Ley Ovina y Ley Caprina, como políticas participativas, donde hay una alta incidencia de parte de los interesados, en términos de decidir cómo será el desarrollo y hacerlo más armónico. La gente quedó movilizada para la búsqueda de opciones, teniendo en cuenta que no son gobiernos donde la participación sea un eje, pero sí vieron que es posible pensar de otra manera, viendo en no quedarse solamente en el mejoramiento de los sistemas productivos, sino avanzar en la articulación, como acá mismo estamos viendo: qué vamos a hacer con lo producido, para qué destino lo haremos”.
“El Estado no sólo debe colaborar con financiamiento sino con políticas a largo plazo que favorezcan la inversión de los pequeños productores y a su vez eso permita que quede mucha mano de obra, mucho valor a los sistemas y que realmente eso se vuelva sustentable”, consideró.
La ingeniera abonó en que “tiene que ver con hacer una economía eficiente sin mayores inversiones. Muchas veces miramos lo de afuera como lo mejor, y dejamos de ver lo de adentro, simplemente por no saber verlo y cuando comparamos, comparamos mal. Lo hacemos con experiencias productivas pero no vemos dónde las desarrollan, bajo qué manejo, con qué alimentación, entonces importamos esas miradas, no de manera completa y traemos un animal, que es sólo una parte, el ambiente es el resto. Ahí se manifiesta el potencial, y lo que era una inversión se convierte en gasto, no en crecimiento. Por otro lado, seleccionando nuestros propios animales podemos crecer con animales adaptados a nuestros ambientes, en respuestas más sostenibles en el tiempo”.
Y aseguró que esto “no significa que no haya que traer animales, hay que seleccionar bien y saber ver lo local también. Es como decir que lo que viene de afuera es lo mejor, y no es tan así”.
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