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“Yo volvería sólo por mi país. No por otro”, sentencia - En 2003, Martín volvió a la zona del hundimiento en una expedición junto a otros ex tripulantes |
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Mientras Juan Carlos Martín se encuentra detallando cómo es el procedimiento habitual para un embarque de municiones, su esposa se acerca a uno de los periodistas y le dice por lo bajo: “Todavía mueve los dedos de los pies cuando duerme”.
Treinta años después, Juan Carlos, hijo dilecto de barrio Las Playas, emula las primeras reacciones físicas que experimentó su cuerpo tras el inesperado impacto de proyectiles ingleses sobre el Crucero ARA Belgrano, en las gélidas e indómitas aguas australes.
Su relato como sobreviviente se inscribe en estas páginas no sólo como conmemoración del hundimiento del gran buque sino también como reclamo de una gran mayoría de ex soldados que desean instaurar el 2 de mayo como una fecha especial. El día en que fallecieron 323 argentinos, casi la mitad del total de muertos en el conflicto malvinense.
s Los días previos
“El 13 de abril nos enteramos que íbamos a hacer expedición al mar”, recuerda Martín, quien luego fuera el fundador de la Asociación Ultima Tripulación Crucero ARA General Belgrano. “En la primera acción, el buque sufre una avería en una caldera así que regresa a Puerto Belgrano y entra a reparación. Nosotros ya nos hacíamos una idea, aunque había muy poca información, por el embarque de municiones, de combustibles y de víveres, aunque todavía no había guerra declarada. Y hasta el día 12 seguían sumando soldados, de 750 llegamos a ser 1093 (entre ellos el fallecido Norberto Güizzo, también de Villa María, que era cursante de armas). Nuestra misión era ir cerca del punto de Ganso, pero como para distraer a la flota inglesa. Por eso, muchos consideran al hundimiento como crimen de guerra, porque aparentemente estaba fuera de la zona de exclusión. Pero esta gente (los ingleses) cuando van a la guerra no les dan pelota a eso. Se salvó Jujuy porque se rindieron antes las tropas argentinas”, puntualiza.
Antes de relatar minuto a minuto los últimos instantes sobre el crucero, recuerda que el día anterior, el 1 de mayo, sucedió algo curioso: “Radio Colonia de Uruguay había informado que nos habían hundido. Fue bastante extraño”, comenta.
s El impacto y la conmoción
“Ibamos a tomar la guardia a las 16 horas. Nos fuimos a la torre 2 en proa (adelante), cruzando todo el buque. Yo, en ese momento, era el más antiguo, porque faltaba el oficial y el suboficial de torre. Cuando llegamos, uno me dice ‘no te podemos entregar la guardia porque nos informan de un posible ataque aéreo’. Este dato después nunca más lo pude corroborar, porque me lo dijo uno de los 323 que fallecieron. Hasta le pregunté, años después, al comandante cuando lo encontré en un acto de recordación.”
“Al regresar, pasando la mitad del buque hacia popa (atrás), todo fue como un flash. Yo perdí el conocimiento y también la visión momentáneamente. Sólo podía mover los dedos de los pies. Pero yo no escuché estampidas. Algunos sintieron frío, otros no. Algunos pensaron en su familia, otros no. A mí no me gusta cuando dicen ‘todos cantamos el Himno’ porque es mentira; yo no canté aunque hubo gente que sí”, añade.
“Cuando recobro el conocimiento estaba arrodillado, mojado y quemado. No sé si fue una milésima de segundo, un minuto o varios, pero me vi sobre el buque deslizándome a popa. En eso viene una persona al lado y me dice ‘me tiro yo y yo te recibo abajo’. Había un temporal fortísimo y las olas iban y venían. Escucho que se tira y que se pega contra el mismo buque. Así que entonces decidí sentarme hasta que alguien me grita ‘largate’”.
“Abajo había una balsa. Era redonda y tenía dos ventanitas, de 40x40cm, una atrás y otra adelante. Las balsas no tiene ni timón ni propulsión. Van por donde las lleva el viento o la correntada. Esta balsa venía girando en círculos. En un momento me tiro y el hombre que me había gritado no me pudo agarrar. Entré por abajo, en una de las venta, bien no sé cómo hice”, intenta memorizar.
“Sé que Dios estuvo con nosotros en ese momento. Porque si hubieran atacado a la noche o a las 3 de la tarde, nos encontraba con la gran mayoría durmiendo. En ese caso, solo agarró durmiendo al turno de 8 a 12. Lo que no me imaginé nunca es que el buque se iba a hundir. Terminó escorado (de costado, a babor) y de popa. Al final, le entró agua a las chimeneas y explotaron las calderas por el frío intenso que venía de las corrientes y el calor que hacía allí abajo.”
s Volver a la zona del hundimiento
¿Había otros buques argentinos cerca?
-Nos tenían que acompañar tres buques, dos de guerra y uno que transportaba combustible pero no los vimos.
¿Arriba del crucero hubo faltante de comida, de abrigo u otros elementos como denunciaron otros combatientes?
-No porque arriba de un barco, si falta algo está en peligro desde el comandante hasta el último tripulante.
¿Alguna vez pudo llegar a Malvinas?
-En realidad conocí las islas antes, en 1978 y como turista. Iba de pase hacia Ushuaia. Pero sí volví a la zona del hundimiento del crucero en 2003.
¿En qué circunstancias?
-Fue cuando el entonces presidente Duhalde había hecho un convenio con la National Geographic para que buscaran los restos del Belgrano y lo que encontraran lo llevaran a un museo. Pero nosotros, como ex tripulantes, nos opusimos porque esa zona fue declarada “tumba de guerra”. Y si vos tocás algo estás profanando. Además, la idea era un tanto difícil de llevar a cabo porque el buque no era de inmersión sino de superficie. Lo que significa que es muy probable que se haya quebrado en mil pedazos, sumado a las corrientes marinas a 2 mil o 4 mil metros de profundidad.
¿Qué sucedió finalmente con esa expedición?
-Nos convocaron para que fuéramos testigos que no se iba a profanar nada. Fuimos diez ex soldados. Duró cerca de treinta días, pero fue terrible. Nos quedamos a la deriva, sin radar y sin timón. El mar estaba bravísimo, por eso no pudieron hacer mucho. En varios momentos pensaba, qué hago yo acá. Pero no lo hacía por mí sino por los familiares de mis compañeros que estaban allí para que no lo tocaran.
¿Eso sintió?
-Cualquier sobreviviente del crucero te va a decir lo mismo. Que el Belgrano está en el fondo del mar y los 323 están haciéndole la guardia de honor para custodiarlo.
¿Volvería a participar de una guerra, aún en esas condiciones adversas?
-Yo volvería sólo por mi país. No por otro. Si me dicen que me dan millones para ir a pelear por otro país no voy. Pero por mi país voy gratis. En algo les voy a servir, a pesar de mis 63 años. Aunque sea para velar el sueño de los demás
¿Qué piensa sobre algunas posturas que no acuerdan con la recuperación de las islas?
-Eso te lo puedo responder de una forma. Sólo ruego a Dios que no encuentre nunca que un argentino me diga que las Malvinas no son argentinas.
El entonces USS Phoenix en el ataque a Pearl Harbor
El crucero ligero USS Phoenix, sexta nave de la clase Brooklyn, sobrevivió al mítico ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, participó en abril de 1944 en operaciones en Nueva Guinea al mando del almirante Thomas Kinkaid. En febrero de 1946 fue pasado a la reserva naval de EE.UU.
Fue comprado por Argentina el 9 de abril de 1951, inicialmente se llamó “ARA 17 de Octubre”, para pasar a llamarse posteriormente “ARA General Belgrano”.
En 1970 se le colocó un nuevo radar y los misiles de corto alcance Seacat de origen británico.
El Belgrano fue el último crucero hundido en acción desde 1945 y el primero por un submarino atómico.
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