Escribe: Juan Manuel Gorno
(De nuestra Redacción)
En el fútbol hay verdades insoslayables que van más allá de un criterio. Y una de ellas remarca que Darío Ranco, un dirigente forjado en Tío Pujio y que llegó a posicionarse en la AFA, tiene capacidad de gestión para llevar adelante proyectos.
Muestras hay muchas, entre ellas, llegar a la casa propia en la Liga Villamariense y la Federación Cordobesa, pero un sello distintivo de su tarea fue siempre la puesta en marcha de los torneos Infanto-Juvenil, a donde llegan los equipos de divisiones inferiores que ganan títulos en sus respectivas ligas.
Embalse, desde un tiempo a esta parte, se convirtió en un centro de reunión fundamental para que los chicos puedan medir sus fuerzas a nivel provincial y, al mismo tiempo, conocer amigos, compartir experiencias, vivir a pleno el “oficio del futbolista” y aprender.
Para los clubes el certamen significó pelear títulos provinciales y, a la larga, lograr que el cazador de talentos que merodea los partidos, pueda forjar un negocio interesante para la institución en el mañana, buscando al “pibe de la sexta que la rompe” y que “puede ir a Boca o a River”, sin escalas.
El problema es que, este año, por especulaciones incomprensibles y excusas ridículas, la programación del Provincial se vio desvirtuada.
Ranco y su comisión de mando en la Federación, por el ruego de muchos dirigentes, debió hacer el esfuerzo y pelear para bajar de 43 a 35 pesos el precio de cada jugador para esa semana de competencia, que incluía alojamiento, desayuno, almuerzo y cena para las categorías juveniles, y lo mismo, más la merienda, para los promocionales. Pero con el correr de los días, hubo que modificar la fecha de inscripción porque sólo algunas ligas habían cumplido con lo pactado por todos.
Finalmente, muchos directivos aducieron “razones económicas” y sólo algunas ligas (la villamariense, por ejemplo) presentaron a sus participantes en tiempo y forma.
Con este paso, el certamen -que será reprogramado hoy, en la FCF- se podría desarrollar el año que viene o tal vez se suspenda hasta nuevo aviso.
Los niños quedarán relegados hasta que los dirigentes “puedan”, aunque muchos de los padres de esos jóvenes tendrán que saber que los mismos clubes que hoy no pueden pagarle 35 pesos por día al hijo para que juegue el Provincial que se merecen, le abonan 800 pesos por partido a un jugador de primera. Es decir, el árbol no les deja ver el bosque, aunque más adelante, cuando la estrellita de inferiores es requerida, piden una fortuna porque, según dicen, “la institución colaboró para la formación del jugador”. Puro verso.
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