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Márquez desata la algarabía tras anotar su gol en el duelo villamariense que se disputó en Plaza Ocampo - Miranda, DT de Alumni, enfureció con el árbitro Daniele. Luego fue expulsado |
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Escribe: Damián Stupenengo
A Unión Central le alcanzó con ser ordenado y equivocarse menos que Alumni, en Plaza Ocampo, donde lo derrotó por 3 a 1 y le quitó el invicto. No hizo grandes méritos Unión, pero tampoco echó por la borda los que consiguió edificar, e hizo de la efectividad su mayor arma.
Pasó de ser el equipo sometido y dominado, a marcar cómo, cuándo y dónde se decantaría el partido por licencia de su rival.
Es que la presión y la intensidad con la que Alumni arrancó jugando, llevaron a Unión a cometer reiterados errores en la última línea.
Mientras los dirigidos por Gustavo Miranda proponían fútbol, posesión de pelota, pases cortos y verticalidad, Unión sólo respondía replegando sus líneas y parándose de contra.
Así fue como el fortinero acumuló llegadas al arco de Sami Suárez que decantaron en la jugada que abrió el marcador, con complicidad del árbitro Mauro Daniele: en una de las tantas salidas dificultosas desde el fondo de Unión por el apriete de los rojiblancos, Gudiño enganchó y recibió una infracción sobre su pie de apoyo que el árbitro obvió y le permitió a Esteban Canelo quedar con la pelota a disposición para definir al palo más lejano del arquero y poner en ventaja a su equipo, a los 17 minutos.
Sin haber ofrecido demasiado en ofensiva, a los 30’ una de las esporádicas contras con las que intentaba responder Unión cambiaría el rumbo del partido, aunque también gracias a otro error del árbitro, quien al parecer aplicó la inexistente ley de la compensación cuando Artico y Rojas corrían cuerpo a cuerpo una pelota en el área de Alumni y el juez sancionó la pena máxima que Gudiño transformó en el 1 a 1.
El gol pareció ser la inyección de confianza que, hasta ese momento, había carecido en el equipo de Vicario, que lo empujó a sumar gente en ataque y a controlar más el balón para neutralizar la hegemonía en la tenencia de pelota por parte de Alumni. Más allá de que siguió siendo el albirrojo el dominador de las situaciones de peligro hasta el final de la etapa, con un disparo desde 30 metros por parte de Morcillo que dio en el travesaño y una posterior jugada individual del mismo jugador que controló Suárez.
Alumni supo complicarse solo y entregarle a Unión los derechos a decidir sobre lo que sucediera en el césped. La expulsión de Scalzo, sobre el final del primer tiempo, sumado a la roja de Maldonado (una más y van…) a los 6’ de la segunda etapa, tumbaron la balanza definitivamente en favor de un conjunto que la había pasado bastante mal los primeros 45 minutos y que estaba dispuesto a ofrecerle el mismo trato a su rival: dominio de los espacios y control de pelota; por ello es que llegó el gol de Márquez a los 13’, quien definió sobre el arquero tras un centro de Moyano.
Si bien Alumni continuó atacando, e incluso tuvo su pico máximo de ilusión a los 26’ (por la expulsión de Gudiño que lo acomodó definitivamente con 9 hombres), no contó con la efectividad necesaria para doblegar a Sami Suárez en reiteradas ocasiones.
Unión jugó con la desesperación del rival hasta que pudo liquidar el partido a los 36’ a través del agraciado gol de Machado (había ingresado hacía 30 segundos), quien desparramó al arquero en una jugada que comenzó con Rojas en posición adelantada.
La figura
Franco Rojas aprovechó, de excelente manera, los espacios que quedaron por las expulsiones para generar lugar a sus compañeros. Ruiz Moyano y Menegotto se encargaron de comandar correctamente las acciones ofensivas de Unión. Destacado lo de Morcillo en Alumni.
El árbitro
Cuando un juez deja de pasar desapercibido, definitivamente no ha tenido una buena tarde, y Mauro Daniele, por momentos, fue protagonista principal. Falló al no cobrar infracción sobre Gudiño en el gol de Alumni, y pareció querer compensar minutos después al sancionar penal en favor de Unión cuando dos jugadores corrían a la par intentando llegar primero a la pelota. Expulsó correctamente a Maldonado por interrumpir una acción manifiesta de gol, y en la expulsión de Scalzo interpretó que los aplausos del arquero tras la amonestación fueron un gesto de ofensa y no de aprobación.
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