Año 2001, el país transitaba una crisis que iba a dejar grandes huellas imborrables. La falta de trabajo, la lucha por el país que se deseaba y los planes sociales inapropiados para cubrir los alimentos fueron los motivos por los cuales se crearon organizaciones comunitarias y ollas populares como respuesta al hambre.
Después de 10 años de aquella fecha adversa, aún sigue existiendo un núcleo de marginados que no han podido salir de la pobreza y que son los motivos por los cuales, todavía, los comedores y organizaciones populares no dejan de funcionar ni dejarán de hacerlo hasta que ese núcleo desaparezca.
La Copa de Leche “Un Rayito de Esperanza” surge en el marco de esta crisis, debido a los altos números de desnutrición que azotaban al barrio Las Playas. Se hablaba de 70 casos en la ciudad y 32 casos pertenecían al mencionado barrio. También se sentía la ausencia de un Estado que supiera dar respuesta a esta urgencia social.
Era imperioso intervenir en el escenario que se estaba viviendo. Por ello, un grupo de aproximadamente 10 vecinos decidió reunirse y buscar la solución. El objetivo principal era terminar con el escenario de vulnerabilidad alimenticia en los niños y mejorar la situación de los que estaban en bajo peso.
Una vez conformado el grupo comenzaron a surgir propuestas con respecto al lugar en donde iba a funcionar la copa. Se pensó en el club del barrio, pero se eliminó la posibilidad pensando que es una entidad con objetivos personales y ya definidos, en los cuales se trabaja lo recreativo y deportivo, pero que no coincidían con los propuestos por los vecinos solidarios. También se pensó en el centro vecinal, pero se descartó la posibilidad, ya que estas entidades suelen tener una conformidad con la política partidaria. También se acudió a la Municipalidad y se pidió un terreno para la construcción de la institución, pero la solicitud no tuvo éxito, ya que desde la comuna se sostenía que la construcción de otro establecimiento no era necesaria, existiendo el centro vecinal.
En busca de un asentamiento se decidió instalarse en el Salón Cura Brochero, lugar cedido por la iglesia católica del barrio, “Corazón de Jesús”. El 8 de mayo de 2002 la copa de leche ya estaba en funcionamiento.

Solventado por donaciones

El sustento diario de la institución eran y siguen siendo las donaciones de entidades locales, ya sean comercios, organizaciones sindicales, mutuales y los vecinos del barrio. Porque al no tener personería jurídica no pueden recibir subsidios, ya sea a nivel local, nacional o provincial.
Después de varios años de trabajo voluntario, el grupo fundador comenzó a desintegrarse. La responsabilidad y el compromiso constante que requiere el trabajo solidario muchas veces se tornaba agotador. “Esto no los hace ni mejores ni peores personas, sino que la militancia social es una elección de vida”, sostuvo en su momento la coordinadora de la organización Liliana Costabello. En la actualidad algunos miembros fueron remplazados por los familiares que van a acompañar a los niños a la copa de leche.
Luego de una década de lucha y trabajo a pulmón, los objetivos primarios fueron cumplidos, ya que no existen casos de desnutrición. Pero las problemáticas fueron transformándose y con ellas se despertaron nuevas metas a lo largo del tiempo.

Cuidando al niño afectado

En la actualidad se padece el desamparo y la violencia familiar, cuestiones difíciles de abordar. Lo primero que ofrece la institución al respecto es contención al niño afectado, para luego empezar a trabajar sobre la figura femenina más cercana al niño, ya sea madre, tía, hermana mayor, abuela o madrina. Y se trabaja a partir del empoderamiento, es decir que la mujer descubra que ella tiene el derecho a optar, a elegir. No es una labor que se logra fácilmente ni de un día para el otro, pero sí es viable.
El objetivo, en tanto, se llega “a través del alfabetismo, de la enseñanza de sus derechos como mujer y haciéndole saber que en ese lugar puede encontrar la contención y el apoyo que necesita, ya que muchas veces están inmersas en la soledad”, señaló Costabello.
Su premisa a futuro es que la alimentación pase a un segundo plano, que no sea algo necesario, sino que quizás simplemente compartan la merienda porque están de paso o que forme parte de otras actividades. La intención es transformar el espacio para que deje de ser un comedor y así convertirse en un centro recreativo, cultural, que represente la integración. También incluyendo e integrando a los miembros de comunidades bolivianas, cuyo número se ha incrementado tanto en la organización como en el barrio.