“El tribuno José Naselli entre el Manual de las zonceras y Los Profetas del Odio y la yapa”, es el título de una nota del titular del PJ Gerardo Russo dedicada a replicar las expresiones vertidas por el tribuno de Cuentas José Naselli, en una nota publicada en nuestra edición de ayer.
El texto de Russo expresa lo siguiente:
“Entre los numerosos trabajos de Arturo Jauretche, se destacan sin lugar a dudas el Manual de las zonceras argentinas y los Profetas del Odios y la yapa. En la introducción del Manual de las zonceras, el ‘viejo’ Jauretche nos dice que ‘basta detenerse un instante en su análisis para que la zoncera resulte obvia’. Pero inmediatamente nos advierte también ‘que lo obvio pasa con frecuencia inadvertido, precisamente por serlo’. Y para que por obvia no nos pase inadvertida la nueva ‘zoncera’ disparada por José Naselli nos proponemos analizarla.
Uno puede entender las diferencias, las críticas y la oposición a la acción de Gobierno. Y aceptarlas, aunque no las comparta, dentro del sano ejercicio democrático.
Lo que cuesta entender y menos aún aceptar, son las posiciones irracionales sustentadas en el desprecio y el rencor hacia quienes hoy gobiernan por mandato popular.
Esta actitud que es ejercida todos los días por algunos dirigentes opositores al Gobierno nacional y por una legión de comunicadores al servicio de los grupos económicos concentrados, parece haber anidado en un tribuno de Cuentas local.
De no ser así, no podrían entenderse las violentas declaraciones vertidas por el tribuno José Naselli hacia en Gobierno municipal.
Naselli aprovecha las diferencias surgidas en su partido político -en las que no nos corresponde inmiscuirnos- para arremeter una vez más con una serie de calificativos ofensivos hacia el Gobierno municipal y hacia todos sus funcionarios sin distinción. Una vez más, imputa al Gobierno de corrupto. Intenta sembrar un halo de sospecha sobre todos sus funcionarios, sin aportar una sola prueba de ello. Y sin atreverse a presentar sus denuncias en la Justicia, porque la única vez que lo hizo recibió un contundente rechazo de la misma.
Cual sofista se mantiene fiel a su estilo de ‘miente, miente, que algo quedará’, denunciando sólo mediáticamente al Gobierno municipal. Sofismo utilizado por otra parte, durante todo su mandato anterior como tribuno y repetido hasta el cansancio durante la campaña electoral para elegir intendente municipal. Sofismo que parece mantener a pesar del contundente rechazo del pueblo de Villa María a tal actitud belicista.
Y es precisamente el respeto por la voluntad popular, el respeto por la soberanía popular, lo que parece no tener quienes se autoproclaman defensores de ‘las convicciones republicanas’. Para ser republicanos, para sostener el respeto por la división de poderes, lo primero que debemos respetar es al pueblo y sus decisiones, por más que éste elija gobiernos con los que no estemos de acuerdo.
Lo otro es desprecio por la voluntad popular. Y eso nos acerca peligrosamente a formas autoritarias de Gobierno, por más que proclamemos lo contrario.
Para finalizar y recurriendo de nuevo a Jauretche, éste nos dice que la zoncera basada en el error y la simple opinión falsa, se diferencia del sofisma, en que este último introduce en el razonamiento una premisa extraña a la cuestión, que lo falsea.
Y en los dichos de Naselli, su zoncera se transforma en sofismo al intentar culpar al Gobierno municipal de las desavenencias internas de su partido.
Lo peligroso, lo inaceptable, de esta conducta, es el grado de violencia que le imprime a sus dichos. Ello lo acerca peligrosamente al otro libro de Jauretche, Los profetas del odio y la yapa. La vacuna es fácil. Consiste en identificar la zoncera antes de que se haga sofismo.”

Desde el bloque

Por otra parte, el presidente del bloque Unión por Córdoba- Frente para la Victoria Rafael Sachetto también envió una respuesta a los dichos del miembro del Tribunal. El escrito señala lo que transcribimos a continuación: “Lamentablemente las declaraciones públicas del abogado Naselli, tribuno de Cuentas opositor, nos obligan a responder dado las imputaciones que efectúa sobre el Gobierno municipal, de acuerdo a lo que le dicta su conciencia, que no es otra que su jefe político Raúl Costa.
Es llamativo, primero, el lenguaje casi poético que utiliza el tribuno opositor (el cual es muy pintoresco debo conceder), con recursos ad populum que sólo intentan movilizar cierta sensación o ánimo en quien lo lee o escucha, y segundo, el recurso permanente de responsabilizar a terceros por los males propios, para explicar la situación interna del agrupamiento.
En este sentido, la ‘conciencia’ no es la única que le dice a Naselli lo que tiene que hacer, sino que también responde a intereses sectoriales-políticos bien determinados y la estipulación de los mismos los fija el Partido Villamariense. Si no fuera así, pensaríamos que la ‘conciencia’ del tribuno opositor tiene pretensión de validez objetiva y universal, de tal manera que excluiría toda otra posibilidad de análisis. Y es justamente este tipo de pensamiento único que nos ha puesto, como Nación, en situaciones que no queremos repetir.
Responsabilizar al Gobierno local de las propias desgracias es ni más ni menos que un infantilismo político y una clara muestra de anarquía interna. En todo caso, una alternativa política saludable hubiera sido la autocrítica, porque sin dudas no se ha sabido conducir ni interpretar, los valores e intereses que cada persona posee en el marco del proyecto general de un sector político, quizá en su caso porque sólo fue un intento de rejunte electoral de parte de quien dice dirigir.
Los calificativos que utiliza sobre el Gobierno municipal, son absolutamente infundados. Es lamentable que su estructura mental, de pensamiento o matriz lógica de raciocinio no le permitan entender que es sólo su punto de vista, su análisis particular. Es esta estructura mental la que no le permite ver a Naselli la realidad.
Un conjunto de vanas suposiciones y de intereses mezquinos, sustentados en tendenciosas interpretaciones de las normas, es lo que lo moviliza.
Quedará en la historia seguramente, como el tribuno que más se opuso, como el que nada aportó y, sobre todas las cosas, como aquel que pudiendo contribuir a la mejora de la sociedad, desde una posición de minoría (que es el lugar que la sociedad le dio), eligió oponerse a todo sin más recompensa que el choque con la realidad”.