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Vilma cantando, en una de las tantas tertulias con amigos en su campo (fotografía de Hugo Ferreyra) |
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Las hojas del calendario terrestre que rápidamente se pierden en el espacio nos recuerdan que hace un año, te fuiste.
Un año que te llevaste tu sonrisa, tu talento, tu carisma a un nuevo reino de sombras, para los mortales, y de luz para los seres como vos que de la nada pueden construir el Paraíso.
¿Habrá imaginado La Parca al venir a buscarte ese día de mayo que le cambiarías con un truco de magia su oscura y siniestra vestimenta por una pollera de colores jugando con el viento?
¿Habrá imaginado acaso que le transformarías la guadaña en mate, que le dirías “che”, nunca usted y que en medio de la bruma repetirías “hasta la victoria, siempre”?
No lo creemos. Seguro que la sorprendiste con tus ojos brillantes, la mirada segura, tu amor por las causas perdidas y los compases de la Chacarera de San Ignacio, esa que La Tusca le dedicó a tu campo. Donde sembrabas bondad e ilusiones y recogías amigos.
Estamos convencidos que más de una noche la invitaste con un trago, le pusiste la boina y le contaste historias de su competidora: la Vida, que la hicieron ruborizar.
Todos estos pensamientos giran y giran alrededor de ese calendario que nos recuerda a los que fuimos tus compañeros que hace un año, te fuiste.
Te fuiste, así. Por los caminos del tiempo, con el cortejo de las hojas de otoño. Tranquila, solitaria pero nunca resignada. Resistiendo, honrando la vida.
Y otra vez el calendario de un tiempo con cuerpo indigente, pierde sentido ante la abundancia de un alma sobresaliente.
Porque las personas como vos, se van pero no abandonan.
Se escapan del cuerpo para fundirse con la brisa, confundirse con el viento, retrucarle al sol por un par de brasas y comer un asado mano a mano con la luna.
Las personas como vos, se van pero no abandonan.
Están, siempre están. En cada página del Suple Rural que conoció la riqueza de tus escritos, en el lucero solito del alba, en el paso de una luciérnaga, en el canto libre de una calandria, en la majestuosidad del águila.
Están, siempre están. En el esfuerzo del campesino, en la lucha por una causa, en el ideal de los jóvenes, en la energía de los soñadores que pelean por la justicia, en la caricia de una madre, en la sonrisa de un niño.
Están, en perfecta combinación con las maravillas de la Naturaleza.
Las personas como vos, pueden irse a otras dimensiones desconocidas pero siempre, siempre estarán reinando en los corazones.
Vilma Perrachione, te lo decimos en voz alta para que las criaturas del Universo se enteren: siempre tendrás un lugar en el trono de nuestros corazones de laburantes, cooperativistas, compañeros.
Porque la muerte no puede con las personas como vos. Esas que se van, pero jamás abandonan.
Nancy Musa
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