Escribe:
María Laura Tuyaret,
especial para EL DIARIO
Es de noche y la altura del Valle ubicado a un paso de las Sierras Grandes hace sentir la helada y la proximidad del invierno. Al costado del camino, o más adentro sobre las llanuras, la tenue luz de los soles de noche ilumina las ventanas de las casitas. Como luciérnagas que encienden la oscuridad de la noche cerrada. Huellas de humo escapan de las chimeneas de las viviendas. Adentro no hace nada de frío, el fulgor de las salamandras conquista los ambientes y los dota de esa especial calidez hogareña. A lo lejos se escuchan cascos de caballos. El día está llegando a su fin.
A unos 20 kilómetros de Villa General Belgrano, yendo por el Camino del Cristo Grande hacia Villa Alpina, hay un desvío que conduce hacia Athos Pampa. Este pequeño poblado, de un poco más de 200 habitantes, vive alejado de los beneficios de la modernidad. No cuenta con gas natural ni agua corriente y hasta hace muy poco tampoco estaba provisto de luz eléctrica. Sin embargo, tiene esas particularidades que recuerdan a postales de campiña: las casitas salpicadas entre el verde valle y los faldeos de las sierras, los llanos cubiertos de cultivos y la claridad de sus ríos enmarcados por bosques de pinos.
Así es Athos Pampa, una localidad muy antigua. Hace décadas, las tierras de esta zona, especiales para agricultura y ganadería, atrajeron a serranos dedicados a estas actividades. Durante años vivieron prácticamente aislados. Hoy, la popularidad de las localidades cercanas, como Villa Alpina, Villa Berna o La Cumbrecita, lo convierten en otra de las joyas del Valle de Calamuchita.
Naturaleza pura
Las contadas edificaciones que existen en Athos Pampa encajan a la perfección en el paisaje como en un rompecabezas. No modifican la naturaleza, se adaptan a ella.
Así, casitas de té o alguna posada rústica asentada a orillas del camino invitan a los viajeros a probar sus especialidades.
La vida social gira en torno a la escuela y a la iglesia. Desde esta última se aprecia una vista única del Valle y las Sierras Grandes. La música de su campanario rompe la quietud del Valle todos los días a las siete de la tarde.
Los ríos Los Reartes y San Miguel enmarcan el poblado por el norte y por el sur. La transparencia y el excelente caudal de sus aguas los hacen lugares ideales para la pesca de montaña. El Valle de Calamuchita se caracteriza por el buen pique de truchas.
Athos Pampa significa “pampa de zorro”. Este nombre se debe a que por esta zona abunda esta especie y no es de sorprender que uno se tope con algún amigo de éstos por el camino, aunque son muy ariscos y en seguida huirán, evitando cualquier encuentro.
Una de las épocas ideales para visitar esta “pampa del zorro” es, sin dudas, cuando se avecina el invierno. Más aun cuando las temperaturas descienden a negativo y comienzan a caer las primeras nevadas. Las montañas y el Valle cubiertos de nieve transformarán a Athos Pampa en un paraíso blanco.
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