Construir un puente es una obra de desarrollo que perdura en el tiempo.
Veo en carillas completas el anuncio de la Municipalidad de Bell Ville, en los medios escritos locales, cómo será el cruce del río que conectará la avenida Roldán con la calle Tucumán y la avenida Güemes.
Luego de ir saliendo a la luz la enorme y fría mole de cemento que se instaló en el paisaje de ambas costaneras, y que se encimó con amenaza sobre los mismos troncos de eucaliptos añosos y una decena de jacarandáes, alguien, el común de la gente, atinó a decir que la obra no estaba encuadrada en su diseño para la función: un nivel para el paso de biciclos y otro para los peatones, “tunelizado”.
Por meses, la muralla gris permanece empañando la vista del fin de los canteros de la avenida España-Güemes y lo repite en la costa norte.
El anuncio de prensa dice: “Hoy estamos en condiciones de terminar la obra adaptando y aprovechando los recursos disponibles”.
Y en base a ello, digo: no se ha pensado en la urgente necesidad que tiene la ciudad de contar con un nuevo cruce único, vehicular, doble mano, que sí descomprima todo el caudal de tránsito que mueve la ruta 3 y la población de los barrios de ambas márgenes del río, logrando un alivio en las calles San Martín, Sáenz Peña y Tucumán que desembocan obligatoriamente en el puente Sarmiento. Al igual que el tramo, sentido norte-sur, sobre Intendente Viqueira, para acceder al centro o tomar Tucumán, Pellegrini, Belgrano o Güemes-España para los barrios del sector, o para las otras localidades del corredor sur.
Las ambulancias, los transportes de pasajeros, entre otros, que circulen del corredor de la ruta provincial 3 en ida y vuelta a nuestra ciudad, verán en la ejecución de la obra la funcionalidad de acceso rápido al Hospital, la Terminal de Omnibus y la comunicación con la ruta 9 y la autopista.
Construir un puente es una obra que, se supone, debe dar desarrollo y beneficiar el crecimiento de una comunidad por varias generaciones.
Hagamos de esta oportunidad algo que perdure y complazca el sentido común de los habitantes y los vecinos de localidades de los alrededores que atraviesan el río Ctalamochita a diario, o a menudo.
Décadas pasó la ciudad sin contar más que con los puentes Sarmiento y Sturla, hasta que llegaron el Presidente Frondizi, en 2000, y el Puente de la Historia, en 2007.
Por favor, señores ediles de la ciudad… tengan a bien barajar y dar de nuevo. No podemos volver a equivocarnos una vez más en nombre de nuestro gentilicio.
Seamos parte de un Bell Ville que aplauda hoy y también lo hagan generaciones por venir.

Marcos Medina
DNI 20287893
Bell Ville