El novato púgil Gary Ledesma, de 21 años terminó en el Hospital Pasteur, y con un edema cerebral, producto de los golpes recibidos durante una pelea en un festival de boxeo realizado el viernes, y que fiscalizaron miembros de la “Comisión de box”, que no contaban en ese momento con el aval municipal.
El hecho ocurrió durante la quinta pelea, de un festival (que contó con siete combates), y protagonizado por boxeadores novatos, algunos de ellos con apenas un mes de concurrencia a uno de los gimnasios, contrariamente a lo que establece el reglamento argentino de boxeo, que exige un mínimo de seis meses de concurrencia, trabajo y experiencia en un gimnasio, aunque lo ideal es al menos un año.
En el citado combate, Leonardo Ghisordi (Río Cuarto) le ganó a Gary Ledesma de 21 años. En el segundo round, Ledesma cayó derribado por un golpe, pudo recuperar la vertical, pero al terminar el asalto, cuando regresaba a su rincón, perdió la vertical y se fue a la lona nuevamente. Enseguida fue trasladado hacia el exterior del salón donde se realizó dicho festival, pero no en camilla, como lo exigen las normas, sino “en andas”, por algunos conocidos.
Una vez afuera el púgil fue trasladado al Hospital Pasteur, donde lo ingresaron a la Sala de Terapia Intensiva.
Enseguida se le realizaron las curaciones de emergencia y los estudios practicados, le detectaron un edema cerebral; su recuperación permitió que ayer ya estuviera alojado en una habitación común.
El episodio se registró en la noche del viernes, en el Centro Vecinal del barrio Bello Horizonte, en un festival que fue organizado por una persona que no tendría habilitación por parte de la Federación Cordobesa de Box; la velada no habría contado con permisos por parte de la oficina de espectáculos público del municipio local, hecho que incurre en otra violación a las normas donde la Municipalidad debería actuar en consecuencia. A su vez, fue fiscalizado por una comisión de personas cuyas funciones habían expirado días atrás y cuyo nuevo mandato fue renovado recién en la jornada de ayer. Además, está conformada por varios integrantes que avalaron el bochorno del viernes por la noche, al igual que otros anteriores, ocurridos en otros festivales.
Contra todos los reglamentos del boxeo, el responsable de un gimnasio de barrio Los Olmos, fue entrenador (se subió al rincón de todos sus pupilos), fue promotor y es integrante de la comisión fiscalizadora al mismo tiempo, situación que está reñido de las normas del boxeo y, obviamente, éticas. El festival no contó con seguro del espectador, aunque sí, por suerte, había una ambulancia.
En la jornada de ayer fueron numerosas las voces de repudio que se escucharon en distintos medios, y todas apuntaron a la pésima organización, a la falta de capacidad y profesionalismo de varios referentes de la comisión que fiscalizó la velada, y el cada vez más evidente desconocimiento del reglamento, por parte de los médicos que habilitan a boxeadores, a otros les permiten ponerse el “buzo” de entrenador, sin contar con los estudios pertinentes, aunque puedan estar habilitados por haber conseguido, el carné habilitante.
Hubo otros hechos fuera de reglamento, como la presentación de un boxeador no habilitado por distintos problemas de salud, y que había sido “parado” meses atrás por las mismas personas que lo permitieron boxear el viernes. El púgil se fue a otro gimnasio e irracionalmente fue habilitado para combatir en la velada mencionada.
No es la primera vez que ocurren estos hechos en el boxeo local y regional, lo que debería ser tomado con total seriedad por parte del municipio, a la hora de tomar decisiones y nombrar integrantes de la comisión municipal que controla estos eventos. Es imperioso que algunos de los integrantes de esta comisión nombrada ayer, que estuvieron el pasado viernes, den un paso al costado y antes de volver se capaciten para ejercer sus funciones.
No es la primera vez que ocurre y lo del viernes pudo ser una tragedia. No hay que esperar a que maten a un púgil para empezar a tomar decisiones.