Recordar a Zulema Hernández en Villa María y en esta última década es poner en presente las luchas de principios de este siglo en esa geografía, que sigue siendo nudo de la historia toda vez que contiene algo de las riquezas en la disputa del poder en la rica Región Centro, donde la derecha neoliberal pretende todavía imponer su modelo, esta vez haciendo base en Córdoba capital y entonces en Villa María.
Hablar de Zulema es recordar los cortes de ruta en 2001 de la agrupación de desocupados Emilio Alí y el Movimiento Agustín Tosco que formáramos junto a “Colacho” Martín, secretario General de ATE Villa María; la Marcha contra la Pobreza, esa multitudinaria esperanza para los militantes que habíamos quedado sin trabajo, haciendo pie en la ciudad y desembocando en un colosal acto junto a los universitarios en calle Mendoza.
Recordar a Zulema Hernández es rememorar las protestas en las calles, de noche, llenas de silencio por la pobreza, las veredas vacías del fin del futuro y la desocupación anterior a 2003 y ella entre los que salíamos a sostener la esperanza, reuniéndonos, sumándonos a la lucha también local, como los Vecinos Autoconvocados contra la privatización del cobro de impuestos que comenzó con enorme fuerza liderando Guillermo Bossio y a la que nos unimos los comunistas del Congreso Extraordinario.
Zulema Hernández, que venía del fracaso de la Alianza, como legisladora, nunca se sacó el traje de los recuerdos de su padre, obrero ferroviario comunista y como médica pediatra rural atendiendo a los niños sin recursos -más tarde en el Hospital- haciendo malabarismos y piruetas para ayudarlos con la salud y la vida en medio de la miseria.
Cuando por fin tomó contacto con los que estábamos en el PC Congreso Extraordinario, que veníamos luchando contra las privatizaciones menemistas encarnadas en la política de entonces de Accastello, llegó como agua fresca la presencia de Zulema, dispuesta al debate a fondo y a la lucha y luego se sumó su colaborador en la Legislatura y ex preso en el penal de Rawson durante la Masacre de Trelew, el abogado Ricardo Martínez fallecido, a quien también le debía mis recuerdos.
Las calles de Villa María, entonces, ya instalado el cuestionamiento al neoliberalismo delarruista y en pleno debate en las movilizaciones para darnos una organización, en oposición a la visión anárquica de muchos de los que sostenían el “que se vayan todos” en presunta “horizontalidad”, ya nos sentían con fuerza cuando formamos la Red de Participación Ciudadana, uniendo a todos los que luchábamos, junto a Zulema, incluso desde antes, cuando en una táctica combinada con la CCC nos instalamos en el Hospital Pasteur y obligamos al entonces fiscal anticorrupción, Luis Juez, a viajar a Villa María a recibir nuestra denuncia por el “robo de oncológicos”. Sugestivamente al día siguiente Juez fue despedido por el gobernador de la Sota.
A poco de formar con 21 representantes de distintas organizaciones, el Movimiento Político Social de Liberación de Villa María (MPSOL) y en oposición a las privatizaciones con que avanzaba Accastello, dos hechos habían puesto una marca a la política de la ciudad.
Tras conocer por EL DIARIO un proyecto de Ordenanza que no terminaba de entenderse, inmediatamente nos reunimos con Ricardo Martínez y Zulema y el primero, como buen abogado, descubrió que se trataba de una privatización encubierta de toda la Municipalidad, incluido el personal, con dos denominaciones: “Universidad Popular” y “Empresas del Estado”. Nos distribuimos por la ciudad con la tarea de visitar todas las instituciones (educativas, sindicales, empresarias, etcétera), advertirles la estafa e invitarlos a ir al Concejo Deliberante a impedir que se consumara el despojo patrimonial.
Llegada la hora la sala del Concejo estaba llena y los ánimos caldeados, en el acto el presidente de la bancada oficialista Martín Gill, comprendiendo la situación, aceptó la propuesta de una personalidad del público que pidió una audiencia.
La sala estaba llena con todas las instituciones de la ciudad, incluidos la entidad empresaria AERCA y colegios profesionales como el de Abogados, Ingenieros, Arquitectos y tras el intento de lectura por parte del concejal, una a una las organizaciones fueron pidiendo la palabra para oponerse a todo proyecto privatizador.
Yo me hallaba en representación del MPSOL y mi partido (PCCE), hablé exigiendo que se rompiera el proyecto y se arrojara al cesto de residuos. Recuerdo que el titular de AERCA se interpuso a un intento del concejal de explicar que se modificaría la ordenanza y con absoluta firmeza y serenidad ratificó en nombre de los empresarios que la ordenanza debía ser olvidada. Asombrosamente ese día no había ningún representante de la prensa en el recinto. En ningún medio periodístico se comentó esta situación, pero la ordenanza jamás se trató.
Otro recuerdo imborrable que coloca a Zulema en primer plano fue el día en que nos reunimos con Carlos Durán, de un sector del peronismo y los compañeros representantes del PI para negociar la alianza que nos llevaría a participar de las elecciones municipales, con Durán como candidato a intendente, mientras Zulema integraba la lista de legisladores por el MPSOL en alianza con el Partido Nuevo, obteniendo finalmente la banca.
En virtud de la unidad -que a esas alturas ya se había trasladado a la creación de una Multisectorial amplísima, donde desarrollaba su militancia el MOVIL, con Reyes Martínez y Omar Mignola en la conducción- con la alianza en el PI obtuvimos el 6,5% de los votos. El dato notable, la Izquierda Unida que no se había integrado obtenía también otro 6,5%.
En este camino además se fueron sumando compañeros del socialismo independiente, como Víctor Fonseca y Jorge Rolotti, Luis Lludgar (del PC) y su gente en alianzas esporádicas, hasta la conformación de la Comisión del Túnel, de la que participaron numerosas personas y personalidades como el ex intendente Horacio Cabezas, contra el intento neoliberal de sepultar esa pieza histórica de los Ferrocarriles Argentinos -el Túnel Hermanos Secco- y lográbamos una ordenanza que lo declaraba Patrimonio Histórico y obligaba a recuperarlo, habiendo pasado previamente por la apertura y limpieza del túnel, donde organizamos tres grandes muestras de artistas plásticos de Córdoba e incluso de otras provincias que se solidarizaron, al tiempo que desde la Sociedad Argentina de Escritores de Villa María, entonces dirigida por Eduardo Belloccio se realizaba un certamen poético que tuvo amplia difusión al igual que la muestra plástica en EL DIARIO.
Otro dato notorio: la colaboración constante de este matutino en las luchas antineoliberales. Y no es posible olvidar que gracias a la tarea coordinada logramos que firmaran hasta la “Pepona” Reynaldi y Kempes las páginas de ese periódico donde las personalidades se expresaban contra la venta de la canchita Manuel Anselmo Ocampo, logrando finalmente que el proyecto no se concretara.
En este camino que ahora son años en cualquier libro de historia de Villa María, la lucha contra los resabios de la dictadura y el imperialismo, la confrontación cultural y profesional contra el modelo neoliberal, la denuncia, la apertura de caminos de la imaginación a la realidad, tomando a la primera como referencia imprescindible para definir estrategias políticas, siempre estuvo en sus manos y en su discurso, casi como una propiedad inmanente hasta de sus gestos. Aunque fue breve el tiempo de la historia que compartimos, está aún inundado con las cálidas e inevitables maneras de su humanismo que nos ayudó a convertir en felicidad hasta las más precarias formas de militancia. Si bien, confieso, aún no conozco su poesía y hasta ha sido una bella sorpresa esa forma de creación suya -una más- recientemente editada, es la que termina de presentar su entereza.
Jorge A. Torriglia
poeta, escritor y periodista
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